Noelia Pace:
“La paz no llega con la muerte: es algo que debemos generar aquí”
La médium argentina Noelia Pace, reconocida por su labor en acompañamiento de duelos y su experiencia en sesiones abiertas de mediumnidad, llega por primera vez a España con un encuentro que tendrá lugar este jueves 27 de noviembre en el Auditorio de Cinesa Príncipe Pío, y en el que combina conexión espiritual, apoyo terapéutico y reflexión sobre la muerte como transformación.
Viene por primera vez a España con su evento de mediumnidad. Para quien aún no sepa qué es, ¿cómo lo definiría?
La mediumnidad es una experiencia maravillosa donde las almas de los seres queridos que creemos que la muerte nos ha arrebatado conectan. Enseño a reconocer nuestra energía, a procesar el duelo y a comprender qué ocurre con el alma.
La muerte deja la sensación de final, pero vengo a enseñar que es solo una transformación. Trabajo el duelo desde muchos ángulos: la muerte de hijos, los duelos gestacionales, el duelo del padre y el de la madre, tan distintos entre sí, los duelos por suicidio, asesinatos y también el duelo de la ausencia, cuando una persona desaparece.
En estos encuentros no solo conecto con las almas como médium, sino que también, desde mi formación como tanatóloga, acompaño a entender cómo avanzar en el duelo y qué ocurre con el alma en distintas circunstancias como el Alzheimer, demencias seniles o experiencias cercanas a la muerte.
Desde su experiencia, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar la muerte y seguir adelante?
Porque el ser humano cree que el amor es posesión, no libertad. No nos reconocemos como energía, sino solo como carne y hueso. Por eso, cuando la muerte irrumpe, aparece el vacío y uno intenta taparlo. Pasamos por la negación, pero el duelo siempre vuelve si no se procesa. El dolor es subjetivo: depende de cuánto nos permitamos admitirlo. Cuando comenzamos a entender que la muerte transforma —igual que transformar es dormir y despertar— el proceso se vuelve diferente.
Se habla cada vez más de espiritualidad. ¿Cree que realmente estamos abiertos a ella?
La espiritualidad es hermosa y la buscan desesperadamente, pero muchos la interpretan como algo que se posee: “Hago yoga, hago reiki, hago meditación”. El espíritu está desde la concepción, en la unión de las células.
Falta asumir responsabilidades: la espiritualidad no es acumular herramientas, sino evolucionar el espíritu, liberar enojo, envidia, tensión y maldad. Estamos en un momento difícil como humanidad, pero llevamos la espiritualidad dentro.
Entre las personas que acuden a sus encuentros, ¿hay una pregunta que se repita con frecuencia?
Sí. Siempre surge: . Cuando alguien quiere conectar con un ser querido, lo primero que pregunta es cómo está. Y la paz no llega con la muerte: es algo que debemos generar aquí. Cuando les enseño esto, la pregunta cambia, y entonces es el alma la que transmite información para confirmar y abrir conciencia.
Imagino que las emociones están muy presentes. ¿Hay alguna experiencia que le haya marcado especialmente?
Muchas. Pasamos de la risa al llanto. Una de las más impactantes ocurrió en un encuentro con 1.200 personas. Se presentó el alma de una niña que mostraba asfixia por un objeto. Su madre levantó la mano. La niña me hacía sentir que era una pila. Y así había sido: murió al tragársela. Pero también buscaba algo dulce: un bizcochuelo de vainilla, que estaba comiendo cuando ocurrió todo. Fue durísimo y a la vez hermoso: una criatura que solo quería seguir jugando y comunicarse con su madre. Y experiencias así hay miles: asesinatos, muertes de criaturas, muertes naturales. Lo importante es cómo el ser vivo sana cuando comprende lo que atravesó el alma antes de morir.
Durante la grabación se cortó la conexión cuando hablaba de otra experiencia: la de una hija que buscaba a su madre. ¿Puede retomarla?
Sí. Era una mujer mayor que no había tenido una buena relación en vida con su madre. La madre se presentó, dio explicaciones y confirmó algo muy íntimo: cuando su hija dijo que solo creería si la madre mencionaba lo que ella había hecho en el momento de su muerte, el alma se lo transmitió. La hija había cantado la misma canción de cuna que su madre le cantaba a ella. Cuando oyó esto rompió en llanto. Fue muy sanador.
Se repite mucho la palabra “comprensión” entre quienes acuden a usted. ¿Cree que está perdiendo vigencia en la sociedad?
Sí, y tiene que ver con la falta de empatía. No entendemos que el otro también es parte de nuestra existencia. Nos falta reconocer que nuestros padres, madres, hijos... son seres humanos con procesos propios, no extensiones de nosotros. La vida no es solo el reloj que nos corre, sino un proceso energético.
Empezó a ser médium muy joven. ¿Cuándo encajó ese don en su vida?
Fue gradual. De niña me daba miedo, sobre todo cuando conectaba con imágenes difíciles o incorporaba el dolor de muertes trágicas. A los 16 entendí que esto era parte de mi vida. A los 34 decidí no esconderlo más y ponerlo al servicio de la gente. Y hoy, con casi 46, después de 40 años siendo médium, puedo decir que volvería a elegir este camino, con todo y sus miedos.
Ha publicado libros, recibido premios y acompañado muchos procesos. ¿De qué se siente más orgullosa?
De cada abrazo en un teatro o en una sesión privada. De los mensajes que recibo de familias que acompañé en el duelo.
En Argentina muchos me dicen: “Es el primer libro que compro”. Si mis palabras pueden abrir conciencia, ya siento que cumplí mi tarea.
¿Qué le gustaría que quedara en el público español tras asistir a sus encuentros?
Que entiendan que la muerte es solo una transformación. Que pueda calmar el dolor de madres y padres. Trabajo con criaturas en cuidados paliativos para que su tránsito sea más sano. También con familias que tienen dificultades para conectar. Deseo abrazar a la gente de España, dar herramientas y ayudarlos a evolucionar en este plano y a nivel espiritual.