El periodista navarro recopila cientos de casos sobre el fenómeno OVNI en ‘Están aquí’. Se muestra muy crítico con la postura oficial de los militares sobre este asunto
JJ Benítez:
“Hay avistamientos en cualquier lugar del mundo; España no se libra”
Con mayor o menor frecuencia, tal vez en alguna ocasión se haya hecho la siguiente pregunta: ¿Estamos solos en la galaxia? Esa inquietud llevó a JJ Benítez décadas atrás a iniciar un trabajo de investigación en relación a este fenómeno. Su labor, por el momento, sigue activa, tal y como demuestra la reciente publicación de ‘Están aquí’ (editorial Planeta), un libro donde recopila cientos de casos, respaldados con una amplia documentación, incluidas varias fotografías minuciosamente estudiadas en laboratorios para corroborar su veracidad.
En 1993 ya abordó el fenómeno OVNI de manera amplia con 'Materia reservada' y ahora vuelve con 'Están aquí. ¿Qué le ha llevado a retomar este tema?
Han pasado muchos años y tenía mucha información relacionada con los militares. He pensado que era el momento oportuno de sacarla a la luz, no esperar más tiempo. Estamos hablando de más de veinte o treinta años acumulando datos.
En el libro habla de casos en Cuba, Estados Unidos, China o Perú. ¿Hay algún lugar del planeta donde se concentre mayor actividad?
Estados Unidos es quizá el lugar donde se dan más casos, pero el fenómeno está en todas partes. Hay avistamientos en cualquier rincón del mundo. España tampoco se libra.
De todos los casos españoles que recoge, ¿cuál le ha impactado más?
Quizás los tiroteos que hubo en la base de Talavera La Real (Badajoz). Es muy impactante. Participaron tres soldados contra un ser que apareció dentro de la base. Se armó una buena: en la zona de combustible, tres soldados que iban con un perro adiestrado y un ser luminoso, muy grande, que aparece con los brazos en cruz. Dispararon con ametralladoras pero luego no se encontraron ni casquillos ni proyectiles. Uno de los soldados resultó afectado y tuvo que ser hospitalizado porque perdía la visión.
También recoge el caso de Miguel Fernández en Sevilla, que terminó hospitalizado tras un encuentro. Este episodio genera una pregunta evidente: ¿Son seres peligrosos?
Hay de todo. De los miles y miles de casos, hay algunos donde estos seres interactúan con los testigos sin que pase nada, otros donde los tripulantes incluso curan a la gente, y también casos donde agreden a los testigos con resultado de muerte. Por eso yo siempre digo que, si alguien tiene la suerte de ver una de estas naves, hay que tener cuidado porque sí, se han dado casos de agresiones.
En 1976 el general Galarza le entregó una serie de expedientes sobre el fenómeno OVNI. ¿Es optimista respecto a nuevas desclasificaciones a corto o medio plazo?
No, no creo que se vuelva a repetir. Hubo una segunda desclasificación en 1992, que fue un desastre, una auténtica tomadura de pelo. Los expedientes estaban mutilados, faltaba información, algunos expedientes no estaban incluidos... los más importantes nunca salieron a la luz. Desde entonces no se ha vuelto a producir ningún proceso de desclasificación, ni creo que se produzca.
¿A qué cree que se debe esta postura por parte del estamento militar? ¿Miedo?
Creo que es un problema de egoísmo a nivel colectivo. Los militares, según me han dicho ellos mismos, saben perfectamente qué es el fenómeno OVNI. Llevan investigándolo desde la II Guerra Mundial. Saben que son naves técnicamente muy superiores, que invaden espacios aéreos constantemente y se colocan sobre bases, silos atómicos o centrales nucleares. Ellos no pueden hacer técnicamente nada contra ello, o muy poco. Esa situación es lo que les conduce a negar el fenómeno de cara a la opinión pública y lo que les lleva a ridiculizar los testigos. ¿Por qué? Porque perderían la hegemonía. Si ellos reconocen que el fenómeno OVNI es real, el contribuyente podría preguntarles: “¿De qué me sirve pagar impuestos si usted no me puede defender?”. Esa es la razón más importante por la que ridiculizan los casos y ocultan la información. Y así seguirá.
Como investigador de este fenómeno que ha recorrido varios países, ¿ha sido más difícil recabar información en España que en otros países?
En España es difícil, salvo cuando te encuentras con militares, como me ha pasado a mí, que no están de acuerdo con la postura oficial y te pasan información bajo mano. En el resto del mundo es más o menos igual, oficialmente no puedes pedir, y si lo haces te dicen que no hay archivos, pero bajo cuerda los propios militares que no están de acuerdo sí te pasan información.
En el libro habla de fotografías falsas que incluso le han llegado desde fuentes militares. ¿Alguna vez ha pensado en abandonar?
En algún momento sí lo he podido pensar, porque es un trabajo hasta cierto punto ingrato. Exige pelear mucho, invertir muchísimo tiempo y, a veces, no compensa, porque fracasas o porque los militares y/o los testigos no quieren hablar. Pero yo sé que el fenómeno es real, que están ahí y que son cientos de civilizaciones muy superiores a nosotros. Por eso sigo en la investigación. No sé hasta cuándo, porque llegará un momento en que, si no tengo nada más que decir, se acabará.
Se habla mucho de la ridiculización de los testigos. ¿Cuesta ganarse su confianza?
Depende del grado de apertura mental que tenga el testigo. La mayor parte de las veces están dispuestos a hablar, con identidad o sin ella, eso ya depende. Pero hay un grupo que, por miedo al ridículo o a las consecuencias, se niega a hablar. En general, sí aceptan hablar.
En el pasado tuvo contacto incluso con la Casa Real por este asunto. ¿Ha habido algo similar después?
Lo que ocurrió es que el interés que tenía, y tiene, la reina Sofía pudo contribuir a que los militares abrieron sus archivos en la segunda desclasificación. De hecho, ella pidió documentos e información, y se la dieron, aunque le dieron lo que quisieron, no los casos más importantes. Gracias a su interés se consiguió algo.
Hay unas citas en las primeras páginas que apuntan a la incredulidad social. ¿Te ha generado hartazgo durante estos años de investigación?
Sobre todo al principio. Era la época de Franco, la Iglesia católica tenía muchísimo poder y el tema no estaba bien visto, para nada. Tuve muchos problemas, muchas críticas y me crucificaron unas cuantas veces. Poco a poco, con el tiempo eso se ha ido diluyendo y ahora la sociedad, sobre todo la gente joven, sí es consciente de que algo está pasando.
En Perú fue objeto de un envenenamiento que casi le cuesta la vida. ¿Ha vuelto a temer por su vida a causa de estas investigaciones?
No soy consciente de eso, y tampoco quiero saberlo.