La autora argentina presenta ‘La cruzada’ (Planeta), una novela centrada en la figura de Catalina de Erauso, a la que define como “una mujer adelantada a su tiempo”
Florencia Canale:
“No me interesa juzgar los episodios del pasado con los ojos del presente”
Durante las diferentes etapas educativas, el currículo recoge acontecimientos históricos protagonizados por personajes que han calado en la sociedad. Sin embargo, hay otros que siguen condenados a un anonimato que se antoja injusto, especialmente cuando se conoce su trayectoria. En ese apartado puede incluirse a Catalina de Erauso, una mujer que se escapó de un convento y se hizo pasar por hombre para pelear en el ejército del rey en pleno Siglo de Oro español. Es la gran protagonista de ‘La cruzada’, el nuevo libro de Florencia Canale.
He leído que encontró este personaje casi por azar, de manera fortuita. ¿En qué momento percibió que merecía la pena contar su historia?
En el mismo instante que leí su nombre. No sé muy bien por qué, pero lo 'googleé' mientras investigaba para una novela anterior ambientada en el siglo XIX. Podría haber seguido de largo porque no se trataba de lo que estaba buscando, pero algo me impulsó a hacerlo. Al leer algunos fragmentos de su vida supe, inmediatamente, que quería escribir sobre ella, desafiando incluso mi propio territorio literario, que es América y el siglo XIX. Llamé a mi editor, le conté y le envié algunas capturas. Le dije: ‘esto no lo negocio, quiero escribir sobre ella’. Me dio su apoyo inmediato. Mientras terminaba mi otra novela, empecé a recolectar material, empezando por sus memorias. Así comenzó mi cruzada para buscarla y perseguirla, de lo que, por supuesto, no me arrepiento en absoluto.
Además de esas memorias, ¿ha sido fácil encontrar documentación sobre ella?
Ella fue reconocida por sus contemporáneos. Muy pronto se escribieron obras de teatro sobre su figura, y en el siglo XIX incluso Thomas de Quincey publicó una novela basada en su vida. Fue estudiada académicamente y se transformó en una celebridad, algo poco común para su tiempo. Hay muchísima bibliografía sobre ella, pero hay que ir a las fuentes historiográficas, estudiar el contexto y el momento histórico, tanto en España como en América. Es un trabajo arduo, meticuloso y disciplinado, pero es algo que a mí me gusta tanto o más que escribir. Publico bastante porque trabajo mucho, no estoy buscando la inspiración o las musas; es trabajo puro y duro.
Narra la vida de Catalina desde sus primeros pasos. ¿Fue difícil condensar tantos años de historia sin que el libro se volviera excesivamente largo?
Sí, esa es siempre una dificultad para mí, porque podría escribir hasta el infinito, pero había que cerrar en algún momento. Catalina escribió unas setenta páginas sobre sí misma, y con ese germen había que armar una novela. Había que elegir, descartar, sumar, y escribir algo literario, no una especie de diario. Ese es el trabajo que me gusta hacer. Ella no cuenta muchos acontecimientos que descubrí investigando, como las enfermedades o ciertos contextos históricos, y me resultó atractivo recrearlos para dar vida al relato sin convertirlo en una bitácora aburridísima.
Ha dividido la novela en cuatro partes. ¿Hay alguna que haya disfrutado especialmente?
Creo que la primera y la segunda, cuando ella escapa del convento y empieza a construir una nueva identidad. Es difícil, ya que también la última parte, cuando está en México, fue muy intensa. Es una parte dura, casi una muerte en vida en el desierto mexicano, pero literariamente poderosa.
Catalina escribió sus memorias, pero en España no es muy conocida. ¿A qué cree que se debe ese olvido?
No lo sé. Me parece digna de ser reconocida, revisitada, reivindicada. Es una mujer fascinante, un puente entre Europa y América, establece lazos en ambos lados del Atlántico. Tal vez nadie sea profeta en su tierra. Espero que 'La Cruzada' sirva para volver a ponerla en escena. Hace poco, un joven español se me acercó tras una presentación en la embajada argentina en Londres y me dijo sorprendido que no podía creer no haber oído hablar de ella. Estaba entre enojado y triste. Ojalá empiece a conocerse más su historia. La Historia a veces da miedo o reparo, hay gente que cree que, si no tiene conocimientos de determinada época, no se puede acercar a esos relatos. Tal vez la novela histórica sea un forma amable de acercar la Historia a lectores que, de otro modo, podrían ver estos acontecimientos como algo demasiado solemne. De forma humilde busco que, cuando se acabe el libro, no se clausure la historia de Catalina, sino que se abra a preguntas, a dudas, a inquietudes. Sigamos buscándola.
A lo largo del libro vemos que Catalina lucha por la libertad, pero también participa en episodios históricos de gran relevancia. ¿Sin ese fuego interior habría sido posible su trayectoria?
No. Me pregunto por qué sus hermanas no y ella sí, viniendo de la misma familia. Algo le pasaba a esta mujer. Un día se apuntó como soldado y se embarcó rumbo a América. Mató en batallas bajo las órdenes del rey. Además, mató a mucha gente mientras jugaba porque también era ludópata, mató a mucha gente en diversas circunstancias. Seguramente esto lo llevaba en la sangre y lo fue desarrollando mientras escondía su identidad, no creo que sea gratis vivir en la mentira y en el secreto tanto tiempo, eso te va transformando en alguien muy solitario. Esa sensación de ser perseguida, juzgada o castigada por lo que había hecho la convirtió en alguien muy duro, reactivo y violento.
Para dar verosimilitud al relato, se apoya en la forma de hablar de la época. ¿Fue difícil lograrlo?
No, fue fascinante. Intenté mantener un lenguaje legible, pero con resonancias de época. Me interesa mucho el trabajo con el lenguaje, tal vez venga de mi formación en Letras. Creo que en la novela histórica hay que cuidar no solo el contexto, sino también el habla, las costumbres y la topografía. Intento evitar anacronismos, es algo en lo que ponemos mucho celo mi editor y yo; si alguno se colara, lloraré en la soledad de mi cuarto (ríe). Pero es fundamental que el lector sienta parte del momento.
Hoy se tiende a juzgar el pasado con los ojos del presente. ¿Qué opina del revisionismo histórico?
Estoy en la vereda opuesta. Por supuesto que tenemos la facilidad y las herramientas del presente, tenemos a mano muchas más capacidades que en el siglo XVI. Sin embargo, me parece superficial hacer esto. Intento a la hora de escribir que viajemos en la máquina del tiempo y no nos pongamos a juzgar. Por supuesto que me parece absolutamente deleznable que un hombre tomara sexualmente a una joven de 13 o 14 años, se me pone la piel de gallina. Hay que aclarar que hay prácticas que entonces se llevaban a cabo, pero que también eran deleznables para la época, como sucedía en las travesías en alta mar. Las mujeres no viajaban, ni siquiera para ofrecer servicios de criadas o de cocineras en los barcos, eran hombres y niños de 8 a 10 años quienes hacían la limpieza de la cubierta. Muchas veces luego eran víctimas de violaciones. Esto era deleznable y punible ya entonces, pero a mí no me interesa, para nada. Pongo otro ejemplo. En el siglo XIX, José de San Martín, padre de la patria y libertador de América, al llegar a Buenos Aires se casa con una muchacha de 14 años. Por supuesto mucha gente lo ha criticado. No me interesa observar los episodios del pasado con los ojos del presente para juzgarlos.
El título 'La Cruzada' tiene mucha carga simbólica. ¿Qué quería expresar con él?
Es como una acumulación de sentidos. El título se me ocurrió rápidamente, lo compartí con mi editor y fue un sí. Remite a las cruzadas religiosas anteriores, pero también al viaje de Catalina, que cruza continentes, géneros y destinos. Es su propio vía crucis, una peregrinación entre lo religioso y lo laico. También alude al cruce de vestimentas, de identidades. Me pareció que resumía perfectamente su recorrido vital, que era muy elocuente.
¿Qué poso le gustaría que dejara esta novela en los lectores?
Ganas de más, que despierte dudas, preguntas. Ojalá su historia sirva para recordarnos que siempre se puede seguir adelante, que fuera vista como un ejemplo a partir del modo en el que ella pudo sortear todo tipo de dificultades, cuando hoy en día nos hundimos en la desesperación por una pavada. Con la ansiedad no llegamos a ningún lado y que, con esa paciencia, disfrutemos más del camino que del destino.