Personajes

Benito Olmo:

“Hay libros que no valen la pena, pero el acto de leer es muy importante”

El autor gaditano firma ‘Tinta y fuego’, una novela donde el rigor histórico sobre el expolio llevado a cabo por los nazis se da la mano con una trama ágil

30.04.2024, 14:58

No son pocas las obras que, de uno u otro modo, han narrado todo lo que aconteció durante la Alemania nazi. Sin embargo, la veta que explora Benito Olmo en ‘Tinta y fuego’ (editorial NdeNovela) no está tan explotada: el expolio cultural sufrido por países como Polonia a manos de las tropas germanas. El escritor gaditano, habitual de la novela policíaca, explica a GENTE a que se debe el cambio de registro y las interioridades del proceso de creación.

¿Qué sensaciones tienes una vez que la novela ya es una realidad?Por un lado, este es el peor momento del mundo porque la novela está lista, ya no se puede cambiar ni una coma y ahora son los lectores los que tienen que dar el veredicto. De momento, las personas que la han leído me dan su feedback, pero todavía no tengo el de los lectores, que es lo que yo necesito.

Anteriormente has firmado novelas sobre todo de corte policíaco y criminal. ¿Qué te ha llevado a hacer esta novela de aventuras que tiene un gran poso histórico?
Cuando llegó a mi conocimiento este asunto de los libros robados por los nazis, me di cuenta de que requería otro tipo de novela. En el género negro es donde me muevo con más familiaridad, donde estoy cómodo, porque es lo que leo, principalmente, pero esto requería otro tipo de novela, con más documentación, con cierto rigor histórico, mezclando situaciones reales con otras imaginarias, es decir, requería un tipo de novela más reflexiva. Eso ha sido un desafío, me siento muy cómodo con la novela negra, pero hasta qué punto doy información, hasta qué punto las puedo dosificar para que a los lectores no se les haga pesado. De hecho, descubrí cosas tan interesantes durante la investigación que el primer borrador tenía el doble de páginas. Ahí empecé a podar para que la historia fuera el principal aliciente. Me quedé al final con lo justo para que la novela tenga rigor histórico, pero al mismo tiempo se lea como un ‘thriller’.

He leído que es tu novela más ambiciosa. ¿Estás de acuerdo con esa calificación?
Es la más ambiciosa porque es la primera vez que me salgo del género negro y, sobre todo, porque el proceso de documentación me ha llevado a sitios en los que yo antes no me metía. La Segunda Guerra Mundial me era algo muy ajeno, sabía que estaba ahí, conocía prácticamente lo que cualquiera, así que me he tenido que documentar sobre este episodio: qué llevó los nazis a hacer lo que hicieron, cómo fue la persecución de los judíos...Una vez que tuve ese conocimiento fue cuando ya me senté a escribir, y, sobre todo, me trasladé a Berlín para hablar con el director del Departamento de Libros Robados, que también es un personaje de la novela, fui a Polonia para seguir la pista a una biblioteca robada de Italia, viajé a Roma... Me gusta pensar en esa peli de Indiana Jones cuando salían mapas sobre impresos y el avión que iba de aquí y allí. Tenía esa imagen en la cabeza,de esta gente persiguiendo la biblioteca por toda Europa y que al final acaban en Cádiz. Por eso he sido tan ambicioso, porque quería condensar toda esa historia de aventuras en una novela que se pudiera leer como un ‘thriller’. No sé si lo he conseguido.

¿Ha sido difícil encontrar toda esa documentación?
Lo difícil ha sido escoger. Cuando yo he ido a Berlín, el Departamento de Libros Robados trata con muchos ejemplares que tienen allí, decenas de miles de volúmenes, y cuando me contaban las historias de todos ellos pensaba en cómo seleccionar, qué meter y qué no. En Berlín fueron muy abiertos, me dieron mucha información, porque también ellos tienen interés en ese trabajo. Para que te hagas una idea, hay, como te he dicho, decenas de miles de libros saqueados por los nazis solamente en Berlín y el departamento encargado de investigar esos libros lo componen tres personas. Ellos buscan anotaciones, fechas, direcciones, sellos, lo que sea, que conduzcan a la restitución, así que necesitan más que nadie que se le dé publicidad a lo que hacen, es un trabajo muy tedioso, muy complicado, en muchas ocasiones, conduce a callejones sin salida. También quería ser muy respetuoso con toda su labor, para traducir un libro, los alemanes lo mandan a lo que llaman un lector de sensibilidad, que sabe mucho de la Segunda Guerra Mundial para ser muy riguroso. En definitiva, lo que más tiempo me ha llevado es saber qué elegir, qué quedarme y transmitir esa pasión con la que trabajan; las cosas salen bien más por la pasión y las ganas que le echen las personas responsables que por los medios de los que dispongan.

¿Cómo de difícil hacer que la trama sea ágil y a la vez ir salpicándola con todos esos documentos?
Es muy complicado, nunca lo había hecho antes, porque mis novelas son más canónicas, son muy de que pasen muchas cosas; como lector soy complicado, necesito un motivo para seguir leyendo, necesito que pasen cosas, que haya giros, que haya un argumento sólido... Eso es lo que he tratado de hacer en esta novela, dosificar la información y que pasen muchas cosas: persecuciones, elementos sorpresivos, personajes peculiares que le den un poco de sabor a la trama...

En el primer capítulo, Greta está en una librería en medio de una avalancha de un público infantil que va a comprar un libro de un ‘instagramer’. Ahí haces una radiografía muy exhaustiva del momento que vive el sector editorial. Qué contraste con las cifras que muchas veces se manejan en el mundo de la bibliofilia.
Exactamente. Las cifras de la bibliofilia en contadas ocasiones son estratosféricas. De vez en cuando sí que se da con algún tesoro, pero la mayoría de las veces no se mueve mucho dinero, funcionamos más por pasiones y por pulsiones que por el dinero, si preguntas a cualquier coleccionista, cualquier bibliófilo, lo que le mueve a coleccionar cierto tipo de libros no es el valor que tengan sino una pulsión que tienen dentro. Durante la investigación para esta novela sí que hablé con muchos bibliófilos.

“En la bibliofilia se mueven más por pulsiones y pasiones que por el dinero”

En 2023, Eva García Saénz de Urturi hablaba también del mundillo de la bibliofilia a través de ‘El libro negro de las horas’. ¿Has tenido ocasión de leerlo?
Sí, me lo pasaron a la editorial cuando les envié el manuscrito. Es verdad que la bibliofilia y el coleccionismo de libros tienen algo. Una novela que leí hace muchos años, ‘El club Dumas’ , a mí me apasionó, que alguien fuera capaz de matar por un libro o que hubiera crímenes por esa razón me pareció fascinante. No creo que ningún libro valga más que una vida, como he dicho antes, ese afán responde más a pulsiones personales, que al verdadero valor de los libros en sí.

A través de toda la información que tienes del mundo de la bibliofilia, ¿crees que realmente se daría a pie, a nivel real, de que sucedieran historias como estas?
Hace unos años te hubiera dicho que no, pero después de saber lo que sé, y después de haber hablado con muchos coleccionistas, no descartaría ningún escenario. Me han contado historias muy rocambolescas, historias de un coleccionista que se ha gastado una millonada en un libro solo para que su rival no tuviera un segundo ejemplar. También me han hablado de gente que encuentra un ejemplar y lo mutila pensando en el que coleccionista que viene detrás. Esas putadillas, esas cosas que se hacen unos a otros, creo que es cuestión de tiempo que lleven a algo más, y quién sabe si no ha sucedido ya.

Volviendo al tema del saqueo por parte de los nazis, ¿por qué crees que, por ejemplo, no se ha acabado recuperando la biblioteca de la Comunidad Judía de Roma?
Hay un motivo muy claro, y de hecho, en 2002 se creó una comisión para investigar el saqueo de esta biblioteca, durante ocho años los investigadores llegaron a varias conclusiones: dos trenes salieron de Roma, cada uno con una biblioteca, uno de ellos llegó a Frankfurt. El siguiente no paró allí y siguió su camino, presumiblemente a Berlín, pero tampoco llegó allí. Buscaron si había sido bombardeado, no hay constancia de ello. Se cree que fue a Berlín o siguió su camino a Rusia o al sur de Polonia. Rusia no quiere señalarse, tienen mucho secretismo, y en Polonia pasa tres cuartos de lo mismo. Entonces, creo que no se ha encontrado porque las instituciones en Rusia sobre todo son muy herméticas. Seguramente en algún lugar de Rusia o del sur de Polonia, alguien tenga esa biblioteca, presumirá de ella con sus más allegados. También pienso que es cuestión de tiempo que salte la liebre.

No deja de ser curioso que en un contexto de guerra, con tanta violencia y barbarie, haya un grupo de militares organizados para, con punto de delicadeza, recuperar unos libros.
Alfred Rosenberg tenía una visión muy clara de los libros, sabía que contaban la historia del pueblo judío: si él erradicaba esos libros, el pueblo judío estaba condenado a desaparecer, llegaría un momento en el que no tendrían referentes, se olvidarían de quiénes eran y se extinguiría la raza. Él era muy metafísico, de hecho se mofaban mucho de él sus propios compañeros, pero alcanzó mucha relevancia. Cada vez que se invadía una nueva ciudad, cuando ya estaba sometida, llegaba al departamento e investigaba las bibliotecas públicas y privadas para saquearlas, para llevarse los libros de cualquier ideología contraria al III Reich. Lo que más me llamó la atención no fue eso, sino que hubiera gente que arriesgara su vida por salvar esos libros. En el caso de Italia, por ejemplo, una vez que estaban los trenes allí ya preparados para cargarlos de libros, la directora de la biblioteca, junto a varios compañeros, se colaron de noche en la biblioteca, cogieron un montón de libros y se les llevaron a una sinagoga cercana para esconderlos. Imagínate que tu ciudad y tu país son invadidos, estás sometido, pierdes tu casa, tu identidad, pierdes amigos seguramente, y decides arriesgar tu vida para salvar unos libros de esos saqueadores. Me llama mucho más la atención que alguien arriesgue su vida y su integridad por unos libros, a que alguien quiera robarlos por el motivo que sea. Es una forma de resistencia bonita y creo que merece realmente un reconocimiento, de hecho la novela habla también de eso, de esos héroes que hubo en Polonia, Italia, Holanda... En Polonia se estima que el 80% de la producción literaria fue destruida, robaron 3 millones de libros de allí y en el proceso destruyeron unos 15 millones de libros. Como había tantísimos libros allí, cogieron a trabajadores de biblioteca, judíos, y los ponían a recoger para ellos, con cuotas diarias que había que cumplir. Al poquito de estar haciendo eso, se organizaron y empezaron a llevarse libros al gueto por la noche escondidos entre la ropa. Los almacenaban en hueco hecho en las paredes y en un búnker que construyeron ellos mismos. Allí había manuscritos, cartas, cosas muy valiosas. Casi toda esta gente fue deportada. Al final de la guerra, dos años más tarde, ese gueto había sido destruido e hicieron unas excavaciones para dar con ese búnker. Encontraron un montón de libros de manuscritos intactos, y uno de los miembros de los que se llamaban ‘Brigadas de Papel’ muerto allí. No puedo contarlo todo en la novela porque me cargaría la acción, pero hay mucho que contar.

¿Qué tiene Greta de Benito Olmo?
Greta es un personaje muy canónico, tiene una pesada losa emocional, en el momento clave de su vida se siente sola, se siente traicionada, siente que no puede estar con nadie. Tiene también ese desencanto, ese desapasionamiento que yo también tengo muchas veces. Ella es una apasionada de los libros, de la bibliofilia, de los libros raros, valiosos, y en eso centra toda su atención. Yo sí que soy así muchas veces, cuando algo no me interesa no hago el menor esfuerzo por disimularlo. Greta dice lo que piensa en cada momento y es muy liberador también en un personaje así, tan arisco que me permite poner en su boca.

¿Qué poso te gustaría que dejase entre los lectores y lectoras?
’Tinta y fuego’ sobre todo es una novela de amor por los libros y de la palabra escrita sobre todo. Ningún libro vale más que la vida, de hecho hay libros que no valen ni el papel en el que fueron escritos. Alberto Olmo dijo alguna vez de un libro que era tan malo que los árboles que dieron su vida para las páginas de este libro dieron su vida en vano. Hay libros que no valen la pena, pero la palabra escrita, el acto de leer, el acto de nutrirse, es muy importante, y esta es una novela de libros sobre libros, y sobre todo de amor por los libros.

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