El productor ultima su nuevo documental, ‘Life’s ice’, tras una expedición pionera por Groenlandia. Su objetivo, mostrar el gran impacto del cambio climático
Miguel Ángel Tobías:
“Para las generaciones del futuro seremos peor que los neandertales”
Productor, director de cine, pero, por encima de todo, aventurero. Miguel Ángel Tobías habla con GENTE nada más regresar de su última expedición, una ruta por Groenlandia en la que ha podido grabado un documental, ‘Life’s ice’, para mostrar los graves efectos del cambio climático.
Una vez que ha acabado esta expedición de ‘Life’s ice’, ¿cuáles son las primeras sensaciones que tienes, al margen de esa alegría por estar ya en tierra firme?
Es muy difícil no saber qué es lo que pasa con el cambio climático, no conocer que estamos sobreexplotando el planeta, cuáles son los efectos de ello, nos lo cuentan pero no es lo mismo que ir, estar allí como yo he estado en Groenlandia y ver cuál es el efecto cuando hablas con personas locales que llevan viviendo allí muchísimos años. Te van explicando que en determinadas zonas donde tú estás, encima del agua, no podrías haber estado años atrás porque era hielo se va derritiendo y desprendiendo. En esta exploración ártica hemos podido ver cómo se está produciendo ese retroceso de los glaciares, desde el agua deberías poder llegar hasta un sitio donde el hielo te impidiera seguir y, sin embargo, tal y como están las cosas, puedes avanzar muchos kilómetros más. He venido con un sentimiento de unión y de conexión con el planeta, que es algo que te pasa cuando vas a un sitio remoto, puro, muy virgen, donde te das cuenta de que todos formamos parte de lo mismo, de que tenemos un planeta con una belleza increíble y, a la vez, con el sentimiento de responsabilidad sobre qué podemos hacer cada uno para que esto siga siendo así. Nosotros hemos estado en una expedición en autosuficiencia absoluta, eso implica que la propia basura que hemos ido generando a lo largo de los días ha vuelto con nosotros, navegaba con nosotros en la bici hasta que hemos terminado la expedición. Tú estás allí y piensas que ese suelo no lo ha pisado nadie antes y que probablemente van a tardar años en que otra persona lo pise, pero no tenemos derecho a alterar un ecosistema de cómo estaba antes de que nosotros llegáramos. Es una lección muy potente: si yo dejo restos míos ahí, en realidad lo que estoy haciendo es intervenir en un ecosistema que no me pertenece. Los siguientes que vengan, sea en un año, cinco, diez o veinticinco, tienen el mismo derecho que yo a encontrarse con ese ecosistema virgen. Y este va a ser uno de los mensajes más importantes del documental, que vayamos adquiriendo esta conciencia de preservar los ecosistemas tal y como están antes de que nosotros llegáramos.
“Hemos podido ver de primera mano el retroceso de los glaciares”
Uno de los objetivos principales de este documental es mostrar la huella que está dejando el cambio climático. ¿Por qué no seguimos tomando muy a la ligera esta realidad, especialmente las grandes potenciales mundiales?
Porque todos los grandes cambios que ha habido a lo largo de la historia de la humanidad se han producido cuando ha habido una masa social suficiente como para que precisamente los gobiernos, las grandes corporaciones, no tengan más remedio que hacer un cambio. Te pongo un ejemplo concreto: el día que haya una masa crítica de personas suficientes para decir que no estamos dispuestos a comprar camisetas a tres euros, habremos acabado con la explotación infantil. Es un tema realmente de falta de consciencia, los gobiernos y las corporaciones saben perfectamente cuál es el problema, no tienen ninguna duda, tienen conocimiento y expertos para saberlo, pero como vivimos desgraciadamente en un mundo que está completamente mercantilizado, mientras esas grandes corporaciones y los gobiernos no vean que hay una masa social crítica suficiente como para decir que no vamos a permitir que hagáis esto, la situación no va a cambiar. Por eso yo decidí embarcarme en esta aventura y en esta expedición ártica para rodar este documental, dándome cuenta de que el audiovisual es, sin duda ninguna, el motor más potente para cambiar el mundo, porque nos permite traernos a nuestra casa, a nuestros ojos, a nuestra mente, a nuestro corazón, realidades a las que, por obvias razones, nunca vamos a tener acceso. Tenemos que aprovechar este poder del audiovisual para hacer este cambio de conciencia, ir generando como un círculo concéntrico que se va expandiendo. El día que sea muy grande esa onda, se convertirá en un tsunami imparable por el que la humanidad diga que no estamos dispuestos a que se maltrate de esta manera al planeta. Se da una paradoja importante en esto, muchas veces hablamos de la destrucción del planeta sin entender que por el camino lo que estamos generando es la destrucción del ser humano en forma de enfermedades, por ejemplo, cada vez estamos consumiendo más los plásticos y los microplásticos directamente de los pescados que comemos. Hay un día en que los problemas de salud van a ser tan graves que vamos a decir “hasta aquí”. Se trata de que seamos capaces de pararlo antes de que sea una obligación de salud y de subsistencia.
En estos últimos días se ha conocido un gran tsunami que precisamente tuvo lugar en Groenlandia hace un año por culpa del deshielo. ¿En algún momento habéis sentido miedo?
Todo el tiempo. Cuando tú estás navegando con una bici de agua que se mueve a cinco kilómetros por hora en condiciones óptimas, es decir, es un vehículo mecánico que se mueve muy despacio, por lo que no puedes escapar ante ninguna situación. Estás encima de una bici que tiene el riesgo de volcar por un golpe de viento o una ola que te venga de lado, el problema es que te caes al agua y que ésta está congelada, por lo tanto el tiempo de supervivencia se reduce a escasos minutos. Pero además de eso, que es algo permanente, como nos hemos estado moviendo entre icebergs y nos hemos acercado a los glaciares corres el riesgo permanente de que se desprenda un trozo. Hemos visto muchos, pero a distancia, hemos tenido la suerte de que no nos ha pillado cerca, pero cuando se desprende un bloque de hielo enorme genera una ola gigante y, si te pilla ahí al lado, te vuelca la bici y estás muerto. No puedes acercarte, de hecho, a los icebergs, lo hemos hecho en alguna ocasión porque es como un imán, pero no te puedes ni te debes acercar porque otro de los graves peligros es que directamente ese trozo de montaña se desprenda y te caiga encima.Otro de los graves peligros, que no se entienden hasta que no estás ahí, es que los icebergs muchas veces no se rompen por arriba, sino por abajo, de tal manera que lo que sucede es que emerge de debajo del agua, pudiendo elevarte, tirarte o aplastarte. Esto es algo de lo que eres muy consciente todos los días, incluso todas las noches, las 24 horas al día estás oyendo como truenos gigantescos, es el ruido que provocan los desprendimientos de hielo. Nos quedamos dos días aislados en un glaciar por climatología, no podíamos salir por viento y lluvia, así que en la proximidad de un glaciar ibas oyendo también todos los días y toda la noche como iba desprendiendo trozos de hielo.Convives con un permanente sentimiento y sensación de peligro de todo lo que te podría pasar, amén de los osos y los lobos, todas las noches les hemos oído, incluso les hemos visto rondar las tiendas, no dejan de ser animales que están buscando comida.
“Todo el peso iba cargado en las bicis y lo arrastrábamos pedaleando”
¿Cuánto tiempo lleva planificar una expedición de este calado? ¿Qué esfuerzo conlleva?
La expedición ha tenido dos momentos. Ha habido un año de preparación para conseguir las bicis, reforzarlas, adaptarlas para un medio tan hostil como el que sabíamos que íbamos a tener por temperaturas, por la dureza del propio trabajo que íbamos a hacer, han sido una media de ocho, nueve, diez horas diarias encima de la bici, pedaleando. Luego ha habido que portearlas. Ha habido también un análisis previo de cuál era la zona, por dónde nos íbamos a mover y qué cosas necesitábamos; no nos hemos movido en ninguna zona turística, esto es una expedición polar y, por lo tanto, requería conseguir también la ayuda y el patrocinio de algunas marcas, la ropa técnica, decidir muy bien qué vas a llevar contigo, todo el peso ha ido cargado en las bicicletas, unos 200 kilos cada bici, que ha habido que arrastrar pedaleando, por lo que la esa decisión acaba siendo algo muy crítico. También había que entender y analizar cómo íbamos a conseguir el agua potable para beber, porque el hielo, contrariamente a lo que la gente cree, no es tan fácil convertirlo en agua, requiere un gasto de energía enorme de bombonas de butano, lo que implica añadir peso a toda la expedición. Todo este análisis ha supuesto un año de trabajo.A esto hay que sumar montar el equipo de filmación, donde todo el equipo de filmación, además de mí mismo teníamos que reunir una serie de características: un equipo técnico de muy alto nivel para rodar un documental de cine, pero que además fueran deportistas, gente muy dura, tanto física como mentalmente, acostumbrada a pasarlo mal. Realmente cuesta mucho tiempo y mucho esfuerzo a montar una expedición de este tipo.
Ahora queda por delante todavía trabajo, como montaje, postproducción...¿cuándo estimáis que esté acabado el documental?Los expedicionarios hemos sido cuatro, que además ha sido un reto deportivo inédito, somos los primeros cuatro seres humanos del planeta que recorremos en bicicletas de agua esa zona del mundo. Ya eso era suficiente, vivir la aventura y su dureza. En mi caso, además, implicaba ir construyendo el guion y dirigiendo el documental, ha habido días que no han podido ni siquiera salir a filmar porque las condiciones del mar no lo permitían, han hecho el esfuerzo de quedarse varias noches durmiendo en el mismo sitio donde dormíamos nosotros, pero no ha habido contacto,esta es una parte muy interesante de explicar: a pesar de ser una expedición en autosuficiencia filmada en realidad estábamos solos, el concepto es que no hay contacto humano, eso lo hemos llevado al límite de ni siquiera pasarnos entre nosotros alimento por las noches. Esto, que por un lado, ha sido muy complejo, muy difícil y muy duro, por otro lado también me facilita tener muy claro lo que vamos a montar, sé lo que quiero contar. Aun así, va a ser un proceso de meses. Mi objetivo es que quizá pudiéramos estar estrenando el documental antes del verano que viene, para la primavera.
No es el primer proyecto en el que te embarcas de este calado. Desde ‘Sueños de Haití’ hasta ‘El camino interior’, ¿cuál te ha marcado más?Hace meses he rodado el último que se está montando también, que es ‘Atlántico, navegantes del alma’, en el que he estado un mes entero cruzando el Atlántico en un velero con 11 desconocidos que no habían navegado nunca. Quiero decir que vengo de vivir una aventura también dura y peligrosa, evidentemente con temperaturas cálidas y aquí ha sido el otro extremo de irnos a muchos grados bajo cero. Es muy difícil decir qué proyecto me ha marcado más por una razón, si tú repasas todos los proyectos que he puesto en marcha desde hace 17 años, ves que todos son muy trascendentes, desde ‘Sueños de Haití’, donde ruedo el único documental en el mundo sobre la que está considerada la segunda tragedia más grande de la historia de la humanidad, hasta grabar documentales sobre jóvenes con vidas muy duras desde que nacieron, pasando por una película sobre la primera sordociega en conseguir un título universitario, contando su historia de vida en África... Claro, es muy difícil elegir, cada uno de ellos cuenta realmente historias muy duras, muy potentes y muy trascendentes. Además, trato de que cada proyecto sea diferente. ‘El camino interior’ en España ya lo han visto un millón y medio de espectadores, se ha convertido en una serie terapéutica, te ayuda a vivir, a salir de situaciones difíciles. En el caso del Atlántico, lo que he hecho realmente es un estudio antropológico sobre el tratamiento humano, qué supone encerrar a once seres humanos que no se conocen, de distintas generaciones, durante 30 días en un velero viviendo el peligro y la dureza que tiene el mar. Ahí he demostrado que si trabajamos unidos podemos cambiar el mundo.
En este último proyecto, ‘Life’s ice’, además de la parte de cuidado y sostenibilidad del planeta, me he embarcado en una aventura para la que ni física ni mentalmente estaba preparado, los otros tres aventureros son gente que ya tienen varias expediciones árticas a sus espaldas, gente que se dedica a hacer bici por todo el planeta, han hecho las carreras más difíciles del mundo tanto de montaña, en el desierto o en carretera. Yo contaba con un hándicap muy fuerte, que es mi rodilla derecha, tuve una operación desde hace muchos años que me limita a la hora de hacer determinados esfuerzos, lo que provoca que la bici no sea mi deporte. Con lo cual, estar en una bici 10 horas diarias, te prometo que es un esfuerzo impensable ya solo para los glúteos, ha sido un esfuerzo enorme. En este ejercicio de haber podido hacerlo, de culminarlo, hay un mensaje para mí muy potente que le digo a todo el mundo: en la vida, y hablo de esto también en mis conferencias, hay que saltar al otro lado del miedo, hay que atreverse, no debemos dejar de intentar nada que nuestro corazón nos diga qué queremos hacer.Cuando arrancamos la expedición, el primer día, después de haber dormido mal en la tienda, sufriendo el frío y subido en la bici, a las dos horas y media de estar pedaleando en el mar, te juro por mi vida que pensé que no iba a poder, ni por la rodilla, ni por el dolor que tenía de estar sentado en ese sillín. Entonces pensé y me dije “olvídate de la expedición, de todo lo que queda por delantey céntrate en acabar hoy”. Ese era el objetivo, acabar el primer día, ya pensaríamos qué haríamos después. Esto lo fui haciendo día a día, y llegó una jornada, no recuerdo si la quinta o la sexta, donde algo pasó, y esto es importante que lo entendamos todos, porque nos va a pasar con las dificultades de la vida, todo se conectó. Aunque me costaba mucho esfuerzo, entré en una fase en la que mi cuerpo había admitido que iba a seguir con la expedición. A partir de ese día empecé a sentir que mi cuerpo lo aceptaba sin la necesidad de estar pensando solo en acabar el día correspondiente.
“La destrucción del planeta supone destruir al ser humano”
Mirando a largo plazo, ¿hay algún reto que te quede pendiente?
Me quedan muchos en la cabeza, y todos los nuevos que vayan surgiendo. Yo, que he estado tres veces al borde de la muerte y he visto morir a mucha gente en zonas de guerras, de catástrofes, en campos de refugiados o por terremotos, ya sé que hemos venido a este mundo a tratar de cumplir el mayor número de sueños posibles. La gente me pregunta si consigo todo lo que me propongo, por supuesto que no, a lo mejor consigo uno de cada diez cosas que me propongo, el tema es que, si yo no intentara esas diez, no pasaría esa una. No sabes si algo es imposible hasta que no lo intentas, y, cuando lo hayas intentado, te darás cuenta que algunas cosas no se pueden, pero habrás aprendido mucho por el camino, te habrás hecho más fuerte, más resiliente, más inteligente, con más voluntad, habrás entrenado muchas cosas en tu vida, tu compromiso, y de repente algunas las vas consiguiendo. Imagínate la felicidad y el sentimiento de poder cada vez que logras alguna.Hay un proyecto que está en mi cabeza, que está escrito además y que no para, que lo voy a hacer sí o sí: rodar un documental que hable de las consecuencias del hambre en todo el planeta. Es una locura, con lo que yo he visto por ahí, que en 2024 seamos capaces de ir a la Luna con unos avances tecnológicos brutales y que sigamos permitiendo que casi mil millones de personas en el planeta hagan hambre. Conectándolo con Groenlandia, las mayores hambrunas que hay en el planeta, los mayores desplazamientos humanos no son por las guerras o por temas políticos, sino por hambre.
Pero esa hambruna no viene por la incapacidad de producir alimentos per se, sino por culpa del daño que el cambio climático está haciendo a los suelos, la desertificación que se está provocando en grandes partes del mundo. Estoy convencido de que a los que vengan después de nosotros, dentro de no sé si cien años, quinientos o mil, les pareceremos nosotros más bárbaros de lo que nos parecen a nosotros los neandertales. Dirán que con todo el nivel económico que había, permitíamos que 900 millones de personas pasaran hambre, que permitíamos que cada 15 segundos muera un niño en el planeta por beber agua en mal estado. Este proyecto, que tiene la complejidad de que lo tengo que rodar en los cinco continentes, ya estoy trabajando en él respecto a la búsqueda de colaboración, de apoyos y de patrocinios para poder realizarlo.