Una de las voces más visibles de la comedia actual publica nueva novela, ‘Ansia’. Defiende que no es una novela autobiográfica pero que los personajes y las situaciones beben de la realidad social que atravesamos
Henar Álvarez:
“A los hombres les han inculcado que perder con una mujer es humillante”
Casualidad o no, Henar Álvarez nos recibe un 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, para hablar de su nueva novela, ‘Ansia’ (editorial Planeta), en la que recorre temas como el deseo sexual o las relaciones de poder, siempre desde el prisma femenino y sin pelos en la lengua.
En 2020 publicabas una novela gráfica, ‘La mala leche’. ¿Hasta qué punto la buena acogida que tuvo te ha llevado a escribir ‘Ansia’, o era una historia que ya estaba en tu cabeza?No, yo voy escribiendo, no solamente los libros, sino todo lo que hago, un poco a medida que me van pasando cosas, me van interesando o me van surgiendo obsesiones nuevas. Cuando escribí ‘La mala leche’ tenía clarísimo que iba a sacar otro libro, un tercero, un cuarto y un quinto, porque me gusta muchísimo escribir. Cuando llegó el momento, porque estas cosas yo creo que no se eligen mucho, de repente arranca una chispa y vas hacia delante, me puse con ello y llegó.
Como en ‘La mala leche’, también está presente el deseo femenino y la insatisfacción amorosa. En cuatro años, no hemos cambiado, por desgracia, mucho como sociedad para seguir hablando de esto.No sé si es que no hemos cambiado mucho como sociedad o es que no he cambiado yo, porque sí que tengo la sensación de ser como estos autores que escriben siempre de lo mismo. Hay varias cosas que me obsesionan, a las que les doy un montón de vueltas y luego eso puedo encontrar diferentes aristas, pero es verdad que pasan los años y las cosas a las que tengo en la lavadora en la cabeza, no creas que varían mucho. Es el mismo tema, pero tratado de una manera muy diferente. Pero bueno, estoy contenta, no me importa.
Una pregunta muy sencilla y, a la vez, difícil: ¿Qué tiene Natalia, la protagonista, de Henar Álvarez?
No tiene nada, bueno, en realidad tiene mucho porque lo he escrito yo, pero todos los personajes, sin excepción, tienen cosas mías. Entiendo, aunque parezca fuerte, a todos los personajes, empatizo con ellos, soy capaz de saber cuáles son los miedos que disparan sus acciones. No es una novela autobiográfica, sé que lo puede parecer en algún momento, lo primero porque pongo la cara en muchos sitios y el libro está narrado en primera persona, pero vamos, que simplemente es una cuestión de estilo literario, nada más.
“Aunque tenga mucho de mí, porque lo he escrito yo, esta no es una novela autobiográfica”
Natalia ha publicado también una novela con mucho éxito editorial, lo cual despierta un recelo en algunos otros autores. ¿Hay mucho Juan Sobreviela en este mundillo?
Cuando arranqué la novela, en la primera versión, Natalia era pintora, no escritora, luego lo cambié, de hecho tengo escenas por ahí guardadas que estaban guay. Cuando el libro ya era una realidad, me preguntaban algunas compañeras de Planeta por qué sabía tanto del mundo editorial. Mi respuesta era que no tengo ni puta idea del mundo editorial, lo que pasa es que yo trabajo en los medios de comunicación y al final cualquier mundo que tiene que ver con la popularidad y con la creatividad, tienen las mismas dinámicas de poder, solamente hay que hacer la correspondencia. Sí que le pregunté a mi editora de algunas cosas relacionadas con los nombres de los puestos, pero en realidad los seres humanos somos demasiado previsibles y es bastante triste, nada sorprendente, qué pena.
En el caso de Natalia va teniendo relaciones con diferentes mujeres que aparecen en la novela, como el caso, por ejemplo, de Carlota. A las dos, aunque sean a priori muy diferentes, pagan ese peaje de percepción de su propio cuerpo después de ser madre. ¿Crees que también las redes sociales han añadido más peso si cabe a esa mochila?
A lo mejor lo han hecho más visible, pero de verdad creo que el peso es el mismo. Me acuerdo cuando era pequeña, que no había redes sociales, y la anorexia y la bulimia estaban a la orden del día. Se van modificando los medios de comunicación y las presiones también, pero sigue siendo lo mismo. Las tres mujeres protagonistas están viviendo relaciones desiguales y relaciones de poder, cada una tiene su personalidad, así que lo solventan, o no, de la mejor manera posible. Claro, en este juego todas tienen un miedo, porque está inculcado, sobre el paso del tiempo.
En esa relación de Natalia con Irene, con una vinculación muy estrecha por el hecho de ser su editora, ambas acaban enfrentándose al dilema de reconocer que están en una relación que socialmente no está bien vista o el miedo a ser tachadas de ‘busconas’.
El gran problema que tenemos cuando hablamos de violencia sexual en la sociedad que tenemos es que es que las mujeres no quieren decir nada porque tienen miedo a que no las crean. Y, si saben que las van a creer, tienen otro miedo: que las juzguen. Por eso todo el mundo al final se calla y, como sucede en el libro, sobre todo en el personaje de Natalia, es una huida hacia adelante que acaba montando una bola de mierda tremenda hasta que llega un momento en el que no sabes ni cómo afrontarla. En realidad todo parte de que no las van a creer, de que se van a sentir juzgadas, o de que van a sentir que hay gente también que va a pensar que se lo merecían. Entonces, finalmente prefieren intentar solucionarlo de la manera que afrontándolo.
Las madres del colegio se escandalizan mucho por las publicaciones de Natalia. Esto quizás también puede pasar cuando alguien lea el libro, o cuando vea tus intervenciones por ejemplo en ‘Buenismo bien’. ¿Crees que se debe a un falso puritanismo o a esa etiqueta del machismo que está tan presente en la sociedad?
Eso creo que pasa porque la gente vuelca sus frustraciones con otras personas, si no la gente no está de pendiente de la vida de los demás, pagas con otros las cosas que te duelen a ti. Quería contar eso. Quise meter la trama de Carlota y Natalia porque, cuando muchas veces nos dicen esto de “¡ay, es que el peor enemigo de una mujer es otra mujer!”, siempre hay que fijarse en lo que les hacen a ellas. Realmente, si lo pones en una balanza, ellos te acosan, te violan... así que si ella te llama “puta”, no es tan grave.
Israel, el vecino, es un personaje que inquieta muchísimo. ¿Qué te ha llevado a dibujarlo?
Muchas veces que camina entre entre la sumisión con Natalia y el perfil de acosador. Me he basado en la historia de un montón de gente. Tanto el personaje de Israel como el de Juan Sobreviela tienen la misma característica: uno es un mediocre y el otro, un perdedor. Como a los hombres desde pequeños siempre les han dicho “no te dejes ganar por la niña”, tienen muy metido en la cabeza que perder contra una mujer es una humillación. Esto es peligrosísimo, porque cuando cualquier persona, sea hombre o mujer, se siente humillado, se desatan unos mecanismos internos que pueden hacer que hagamos cosas tremendas. Este tipo de hombres son muy peligrosos, la única manera que tienen de quedarse tranquilos y de solventar esa humillación es, a su vez, humillando al objeto que le ha creado esa sensación. Si les hubiera sucedido con un hombre, no pasaría nada, pero con una mujer lo ven inadmisible y tienen que vengar su honor.
Como el caso de Natalia, ¿has vivido algo similar de alguien que te acose por redes sociales o en una firma de libros?
No, pero no hay más que abrir los periódicos. Diría que esos dos personajes masculinos son ya arquetipos, son muy reconocibles, tanto en uno como en otro podríamos decir nombres de gente famosa en la que podría haber pensado para construirlos.
También hay una parte de divulgación del deseo femenino, algo que haces mucho en ‘Buenismo bien’ con ‘La Chochoctora’. ¿Consideras que hace falta más y mejor educación sexual?
Yo diría que sí, creo que vamos con muchos años de retraso, lo que obliga a hacer un trabajo importante para arreglarlo. De hecho, no hay nada más que ver lo que sucede por vídeos de TikTok y las cosas terribles que dicen algunos chicos y chicas jóvenes. Uno de los puntos de partida del libro son las relaciones desiguales, hay un momento en el que cualquier hombre, aunque no tenga tanto poder como tú, te puede arruinar la vida utilizando tu sexualidad. Hace falta muchísimo trabajo hasta que la gente se conciencie de que las mujeres también desean, y no sea una rareza.
¿Crees que el vehículo del humor puede ayudar a que sea un mensaje más llevadero, sobre todo para las nuevas generaciones?
No escribí esta novela pensando que había chistes, es algo que me he encontrado cuando hemos empezado a hacer las entrevistas y la gente me decía que se reía mucho. Ha sido algo como completamente involuntario, que debe ser de vestido al escribir que ha pasado así. Sobre el personaje de ‘La Chochoctora’, no lo hice con intención de divulgar nada, sólo buscaba un pequeño sketch-monólogo de coña, ya está. No es un tutorial real, son chistes para hablar de algo en concreto, pero si a alguien le sirve, encima la gente se ríe y le sirve para tener una conversación que necesita en su casa, pues oye, muchísimo mejor.
“No escribí esta novela pensando que había chistes, es algo que me he encontrado después”
Podcast, libros... Está claro que actualmente eres una de las voces del humor femenino más visibles. ¿Ha sido difícil llegar hasta ahí?
En cualquier trabajo creativo, como en tantos otros las mujeres lo tienen un poco más complicado,pero también creo que, ahora mismo, estamos en un buen momento, por lo menos dentro del mundo de la comedia. ‘Estirando el chicle’ fue importantísimo, abrió un socavón por el que entró de repente mucha gente. Ahora, en el mundo del podcast, se dan muchas oportunidades, hay un montón de tías con programas, talentosísimas. Queda muchísimo por hacer, eso es evidente, pero ahora mismo no estamos en el mismo lugar que hace cinco años.
En 2023 recibiste un premio como creadora de contenido. ¿Cómo vives ese tipo de reconocimientos?
Muy bien, a todo el mundo le gusta que le reconozcan su trabajo, claro. Gané el ‘Ídolo’ y el ‘Forbes’, me hizo una gran ilusión. Estoy muy feliz de que a la gente le gusta mi trabajo y me lo reconozca.