Personajes

Dani Rovira:

“Aún vivimos en una sociedad que emocionalmente está muy castrada”

El malagueño llevará a las tablas del Teatro La Latina desde el próximo 27 de enero su nuevo espectáculo. Se apoya en la ‘Stand Up Comedy’ para hablar de asuntos relacionados con la salud mental para eliminar estigmas

En su perfil de Instagram se define como “cómico, actor, activista, lecturista y animalista”, pero si hubiera que unificar todo eso en una cualidad por la que es conocido popularmente Dani Rovira esa es, sin duda alguna, en su capacidad para hacer reír. A esa fórmula vuelve a apelar el malagueño en su nuevo espectáculo, ‘Vale la pena’, que se podrá ver en el Teatro La Latina todos los lunes y martes, además de algunos domingos, desde el 27 de enero.

¿Cómo te sientes al traer este espectáculo a Madrid?
Estoy muy contento de venir a Madrid, siempre que uno tiene un espectáculo nuevo siente algo especial al venir aquí, sin que se lo tomen a mal otras ciudades. Madrid es capital de la cultura y de la comedia, además de la ciudad en la que vivo, así que poder hacer una temporada en esta ciudad es siempre una gozada para mí, sobre todo hacerlo con un espectáculo con el que por suerte llevamos cerca de un año rodándolo por toda España. Hemos estado en muchas ciudades muy importantes donde hemos podido comprobar que el espectáculo funciona.

¿Cuándo se va a poder disfrutar de él?
Empezaremos en Madrid dentro de un par de semanas, estaremos todos los lunes y martes, además de unos cuantos domingos por la mañana. Los domingos matinales funcionan muy bien, salir un domingo a las dos de la tarde y encontrarte en pleno barrio de La Latina creo que es un planazo para mucha gente.

¿Cómo lo definirías?
El espectáculo se llama ‘Vale la pena. Un show para llorar de risa y viceversa’. Siempre he defendido todas mis cosas desde el humor y puedo decir que este espectáculo la cuota de hilaridad la tiene cubierta más que de sobra, pero conforme uno va cumpliendo años y experimentando cosas en la vida, me parece de una coherencia y una verdad muy guay poder contar encima de un escenario lo que a uno le va pasando en la vida. Y si encima eso hace que al público le toque algunos de los resortes, más allá de la risa, le haga pensar o se pueda llegar a emocionar, por qué no, ya es perfecto, porque eso es de lo que se trata, de coger de forma benévola el corazón de los espectadores y llevarlo de un sitio a otro como si fuera una coctelera sin solución de continuidad. El fin es que la gente salga de aquí preguntándose qué ha visto, qué ha pasado, que necesite un tiempo para reposar todo lo que ha escuchado y sentido. En ese aspecto estoy muy contento, este espectáculo no solo me ha servido de catarsis a mí, sino que también lo está sirviendo para todo aquel que pueda estar pasando por una situación un poco complicada.

¿Qué le dirías a la gente para que se anime a verlo?
Yo les animaría a venir porque ya el ritual de quedar con alguien para venir al teatro o hacerlo tú solo, ponerte guapete, echarte colonia y disfrutar de algo de cultura es una gran idea. También le animó al espectador a venir porque va a estar dos horas riendo y creo que, sin querer, se le van a quedar algunas semillas. Después de un año y de mucho feedback con el público, me he dado cuenta de que este espectáculo, más allá de las risas, la gente me escribe para darme las gracias porque quizás se sentían solos en cuanto a que siente cosas que no comparte, como la tristeza, la ansiedad, la depresión o los duelos; todavía vivimos en una sociedad que emocionalmente está muy castrada, así que la gente venga al teatro a reírse y recibir cuatro guantazos emocionales sin saber de dónde vienen es guay. Siempre pongo el ejemplo de una chica que me escribió tres o cuatro días después para decirme que su chico llevaba un año fatal, en ese tiempo se habían muerto su padre y su perro, así que estaba metido en una especie de caparazón, con la alegría totalmente perdida. Esa chica me dijo que su pareja, nada más salir del espectáculo, dijo que el lunes iba a buscar un terapeuta. Es guay hablar abiertamente de que alguien va a terapia, aunque es verdad que no todo el mundo se puede permitir ir todas las semanas a una terapia privada, es una pena, desde aquí hago un llamamiento a los políticos, no a la Seguridad Social, que bastante tiene que con sobrevivir. Para mí ir a terapia a día de hoy es como ir al dentista o al fisio. Yo al principio sentía mucha vergüenza, iba a un edificio y no quería que me viera nadie, ni siquiera el portero, y luego vi que era una tontería: si voy a terapia para tener salud mental, por qué tengo que sentir vergüenza. Creo que son muchas las herramientas que se ponen encima del escenario en este espectáculo, como si fueran los juguetes que a mí me han ayudado. Solo por eso creo que ya merece la pena que la gente venga.

¿Cómo viviste a nivel emocional la primera vez que mostraste este espectáculo en público?
Al principio hice un proceso pequeño en una sala pequeña de Madrid en la que cabían unas 80 personas, con un precio simbólico. Era una especie de laboratorio donde iba escupiendo lo que me iba pareciendo. Aunque el espectáculo ha ido evolucionando mucho, la primera vez que lo hice ya con el nombre actual acabé muy contento. Me preocupaba un poco, la premisa era muy buena pero no tenía ni idea de cómo iba a salir. Quedé muy contento porque la gente se rio mucho y, además, nos emocionamos por igual. A día de hoy me sigo emocionando en muchas partes del show y creo que esa verdad traspasa la cuarta verdad. Al acabar miré a mi hermano, que es con el que trabajo, y al director y les dije: “Habemus espectáculo”. Estoy muy contento, girar con él por varias ciudades es guay, vamos con un material pesado, es como ir a una reyerta con un bazuca, ganamos seguro. El show tiene mucha riqueza y mucho poso, también mucha risa, también hablo de pamplinas porque si no, no sería yo.

¿Vivimos buenos o malos tiempos para el humor? ¿Te has autocensurado?
Como cómico, sí, me he autocensurado pero porque, diciéndolo vulgarmente, hay semanas que no tengo el coño para farolillos. Me pregunto si me compensa hacer un chiste en redes para pasar varios días lidiando con gente que se la coge con papel de fumar. Ya no es por cobardía, simplemente es por pereza. El humor nunca deja de ser necesario, de hecho me atrevería a decir que cuanto más complicados y hostiles son los tiempos más necesario es el humor. Para mí el humor es una ventana de aire fresco que se abre.

¿Qué porcentaje hay de vivencias propias y cuánto de observación externa?
No tengo los porcentajes de forma exacta en mi cabeza, pero todo lo que no forma parte de mi propia vivencia forma parte de la observación. El porcentaje que se sale de esas dos es lo que uno desvirtúa o exagera para llegar a la fórmula del humor. No voy a decir que todo lo que digo encima del escenario es verdad, pero porque no hay una sola verdad, es lo que yo he vivido desde mi experiencia propia y desde mi manera de observar. Encima de un escenario creo que se puede hacer cualquier tipo de humor, lo importante es saber de dónde nace; si lo haces desde el deseo de hacer daño a alguien, no hay ninguna necesidad. Intento hacer una revisión no por una revisión política, sino porque estamos en una sociedad donde hay sensibilidades que van cambiando, trato de ir acorde eso. Esto no quiere decir que el espectáculo no sea macarra y subversivo, es bastante punky en algunas cosas, pero siempre tratando de que no se ofenda por ofender.

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