La actriz bilbaína es la gran protagonista de ‘The book’, una cinta de terror dirigida por Bernardo Hernández que se estrena este 8 de noviembre
Nahia Laiz:
“El silencio nos deja siempre varados en el mismo sitio”
Aunque Halloween pueda considerarse un momento idóneo para estrenar una película de terror, este género cinematográfico se ha convertido en un fenómeno atemporal, como demuestra ‘The book’, el largometraje que dirige Bernardo Hernández y que llega a las salas este viernes 8 de noviembre. Esta cinta le ha dado también la oportunidad a la actriz Nahia Laiz de realizar su primera incursión en el cine de terror.
The book’ llega a los cines este 8 de noviembre, pero, ¿cuándo te llega la propuesta para formar parte del proyecto?
La película tiene un tiempo, lo rodamos antes de la pandemia. Llegó ese paréntesis obligado y el equipo perdió facilidad de financiación y algunos acuerdos que había para postproducción, distribución y otros ámbitos. Todo ello lo han ido recuperando ahora, ya retomando un poco de oxígeno a todos los niveles y por eso se está lanzando ahora. A mí particularmente la propuesta me llegó en un momento vital perfecto para afrontar algo así, es un reto a nivel actoral y a nivel personal también. Estaba en un momento de búsqueda, de ver por dónde llevaba mi carrera, de plantearme qué quería y hasta dónde podía llegar. Midiendo todo eso me aparece un papel protagonista de este calado. Me metí de cabeza.
¿Qué impresiones te dejó así a bote pronto la lectura del guion?
No soy una gran espectadora de género, lo paso mal y soy muy impresionable. Leer el guion me supuso la dosis justa de inquietud, ya se podía palpar lo que vive esta mujer, además de todos los fenómenos paranormales. También había dosis de aventura y de terror, pero el tema que subyacía y el que más me llamó la atención fue cómo trata el hilo conductor de la investigación sobre qué pasa con la voz de las mujeres silenciadas a lo largo de la historia, por qué y qué hilos se han movido para que eso sea así y llegue hasta nuestros días. Me di cuenta que había que contarlo, es un temazo que hay que plantearse.
Históricamente, cuando se ha hablado de brujería, siempre se ha enfocado en el género femenino, nunca en el masculino. ¿A qué crees que se debe?
A ver, yo tengo mi teoría, he leído y he estudiado mucho, no solo a raíz de este guion, es algo que me acompaña y me llama mucho la atención desde hace muchos años. Creo que se debe al miedo, hay algo en la mujer desde tiempos ancestrales de creadora de vida, desde lo que es nuestro cuerpo con el útero y la capacidad de amamantar, hasta algo más sutil o más intangible como puede ser la intuición y el cómo movernos en el mundo y relacionarnos con otros seres humanos, que no digo que sea mejor ni peor, pero sí es un poco diferente. Entonces, el miedo a eso ha hecho que seamos arrasadas nosotras y silenciadas. Eso se ha ido institucionalizando a través de religiones, de poderes políticos, etcétera, se lo han comprado y lo han anclando en nuestro devenir, así que ahí estamos.
Incluso la palabra bruja ha llegado hasta nuestros días con un concepto muy peyorativo.
Eso es, como algo muy malo, las brujas, el dar miedo, Halloween... todo desde la oscuridad. Y a mí me empieza a parecer un término muy luminoso, yo lo asocio más a algo relacionado con la intuición, y aciertas o no, es el juego de la vida, pero ya cuando me encuentro con esa palabra me lo tomo a bien, me habla de una sabiduría un poco diferente. Así que creo que hay que empezar a limpiarlo todo eso, porque no es nada peligroso.
Dentro de la película, salvo unas secuencias al principio, estás tú sola frente a la cámara. ¿Ha sido este el mayor reto que te ha brindado el proyecto?
Sí, lo he hecho más en teatro, donde he trabajado mucho el monólogo, este planteamiento de película tiene algo muy teatral en ese sentido. Sí, audiovisualmente es el mayor reto al que me he enfrentado. Fue otra de las cosas que me hizo tirar para adelante, implicarme ahí, me pareció maravilloso.
Sin hacer demasiado ‘spoiler’, ¿cuál ha sido la secuencia que más te ha costado?
Ha habido trabajo físico importante a todos los niveles, pero eso no me cuesta nunca, a mí me gusta mucho mi trabajo, físicamente entreno y procuro estar fuerte, preparada para esto o para cualquier otra cosa que puede venir, nuestra vida va siempre de sorpresa en sorpresa, y hay que estar preparada. Toda la película fue muy dura, rodábamos siempre de noche, hacía mucho frío y hay secuencias fuertes en las que acabo colgada del techo y lanzada por un espíritu. Lo que más me costó es una secuencia en un palomar, que a nivel de producción era un palomar real antiguo, abandonado, que les habían dejado y estaba tal cual, en un caserón de pueblo. Aquello apestaba a cerrado, incluso era un poco insalubre, me dio mucho asco, y yo el asco lo llevo mal. Me cuidaron mucho, lo hicimos y todo con muy buenas medidas, como llevar mascarilla, algo con lo que luego tuvimos que familiarizarnos más en la pandemia. A nivel de cámara pedí que lo lleváramos todo muy preparado porque no podía estar repitiendo muchos planos. Lo ensayamos muy bien antes, teníamos muy bien coordinadas las acciones y en una o dos pasadas estaba hecho.
Hay un gran componente psicológico en la película y para transmitir toda esa verdad de cara a la cámara, ¿es necesario imbuirse en todo ese imaginario, en creerte que de verdad hay unos espíritus allí?Como actriz trabajo mucho desde lo corporal, desde lo inmediato, el asco que te decía antes que me daba ese palomar también era tomarlo a favor. No soy muy psicodramática en el sentido de analizar a qué me recuerda eso para que me coloque en esta situación y transmitirlo tal cual. Para mí tiene que ver más con la inmediatez, el aquí y ahora, entonces creerme que yo estaba rodeada de espíritus, no, intentaba tocar otras teclas más sensoriales, más del momento, porque estaba muy sola, estaba todo muy oscuro, ahí hay algo que el ambiente te está dando, tenía además la carga de no tener una sola réplica. Toda esa responsabilidad y esa tensión, hay que saber colocarlo para hacer bien tu trabajo.
“Este proyecto me llegó en un momento vital perfecto, ha sido un reto”
Aunque la experiencia de alguien que está actuando respecto a la que tiene el espectador cuando está delante de la pantalla es muy diferente, ¿hubo algún momento de sugestión, de cierto terror o temor?
De primeras a mí la oscuridad me da mucho miedo, incluso cuando estoy en casa, así que me costaba mucho ir sola del set al catering. En realidad esto era sutil, había tan buen ambiente en el rodaje y en el equipo, que al final era una fiesta, lo pasábamos muy bien, por lo que me agarraba y me nutría todo el rato de esa sensación de qué bien lo estamos pasando. Estuve haciéndome trucos mentales todo el rato.
El personaje que interpretas, Verónica, como periodista de investigación va dando pasos. ¿Qué cuota hay de valentía en su actitud y cuánta de temeridad?
Creo que la vocación, en su caso lo periodístico, y en mi caso la vocación de actriz, al final te va llevando a límites donde te plantea la duda de si tienes que seguir o no. Ese clic que nos hace seguir se puede tomar como algo temerario, pero yo lo percibo como valentía. Es que creo que a Verónica le mueve el amor por lo que está investigando, el amor por lo que quiere descubrir, que son desapariciones de mujeres en su familia, el amor por proteger a su hija de un futuro donde esto pueda seguir pasando... y eso es lo que le da la valentía para meterse de cabeza. Y sí, hay algo en ella desafiante.
Ella se pone a investigar para aclarar su pasado familiar. Puede ser una de las grandes grandes reflexiones que nos deja la trama, el hecho de enfrentarte a situaciones incómodas por descubrir el pasado de tu familia.
Es la vida misma. Enfrentarnos a ese pasado y descubrirlo nos lleva a sanar muchos espacios y muchas otras cosas. Para mí la responsabilidad con mi trabajo es ofrecer al público la posibilidad de reflexionar sobre cosas como esta, si además consigues hacerlo en tu propia vida, enhorabuena, porque ya vamos sanando, mejorando y avanzando, si no, el silencio nos deja siempre varados en el mismo sitio.
A Verónica su marido la toma por loca en ocasiones. Esto entronca con la salud mental, un tema que también abordaste en el corto que dirigiste, ‘Los hijos’. ¿Crees que el mundo audiovisual debe tomar más responsabilidad a la hora de abordar temas como estos, tan presentes ahora en la sociedad actual?
Absolutamente. Creo que debe abordarse con conciencia y con valentía. Se está hablando ahora mucho de estos temas, pero todavía siguen siendo un poco tabú. Hay que romper esos tabúes, hay que atreverse, por lo que decía antes, si no, el silencio nos deja varados en lo mismo, no vamos a salir nunca de esto. Ahora se va hablando más de ello y hay más casos diagnosticados, pero cuántos habría antes que ni siquiera se sabía o que ni siquiera se hacía terapia. Hay que empezar a cuidarse desde ahí, para mí es fundamental.
Después de toda esta experiencia, ¿ha ganado el cine de terror a una nueva fan?
Sí (entre risas). Seguiré viendo las películas con la luz encendida, pero sí, la verdad que me ha enganchado, sobre todo esta doble vuelta de ver que podemos contar algo más, el género y el terror en este caso es un marco que encuadra esta película, pero hay un tema que desgranar. Esto es lo que a mí me ha abierto una nueva mirada hacia este género.
Tienes experiencia dentro del mundo en teatro, televisión, cine... ¿Hay algún personaje que no hayas todavía interpretado y que te gustaría especialmente, sobre todo en teatro?
Muchísimos, es que es infinito, inabarcable, sobre todo el mundo del teatro. Sí me gustaría mucho crear algo nuevo. Hay un personaje, Lady Anne de ‘Ricardo III’, se ha hecho algo parecido hace poco en La Abadía, es una mujer a la que dejaron sin voz y a mí me parece una mujer fascinante. Tanto esa como otras que se han ido quedando sin voz pero están ahí. Me gustaría mucho recopilarlas y sacarlas a la luz, no sé cómo, si alguien se anima a unirse a mi barco, bienvenido sea. Por eso digo que encarnar a un personaje concreto me gustaría dar voz a esas mujeres que se han ido quedando un poquito apagadas y que tienen una vida que merece mucho la pena explorar.
Hablando de obras de teatro, ‘Bodas de sangre’ tiene un peso muy importante en tu vida.
Sí, lo tiene, y además es una obra fantástica. Recuerdo haber ido al teatro a verla con mi abuela, tenía 11 o 12 años y deseé poder hacer sentir a alguien lo que yo estaba recibiendo en este momento. Para ello tenía que ser actriz, así que ese fue el comienzo del hilo que ha ido conformando mi vida porque en mi familia no hay nadie que se dedique a esto ni a ningún arte directamente. Tengo todavía como amuleto un pequeño dálmata de plástico, porque siempre que quedaba con mi abuela y me llevaba por ahí, me compraba esos muñecos de goma muy pequeños. Ese día me compró un pequeño dálmata de la película ‘Los 101 dálmatas’. Para mí fue el mejor plan del mundo. Por eso conservo ese pequeño dálmata, para que esto no se me olvide nunca.
Actriz, productora, directora... has tocado muchos palos. ¿Cómo te ayuda toda esa experiencia recopilada en los diferentes campos a la hora de llegar a un rodaje, te hace más empática con todos los obstáculos que pueden surgir?
Dirección y producción es algo que yo voy rescatando como una herramienta cuando quiero contar mis cosas, no es mi fuerte ni académico ni profesional pero he aprendido tanto y tengo grandes compañeros y maestros que me pueden ir abriendo esos caminos. A mí me gusta mucho hacer equipo y siempre me he interesado por el trabajo de todos, desde ahí he ido aprendiendo mucho. Cuando además me he puesto en esos otros roles hay un doble filo, hay algo muy colaborativo, porque entiendo muchas cosas, las pausas, las prisas, los tiempos y las necesidades de cada quien, y también sé dónde te la pueden estar colando un poquito.
También formas parte de Penguin Audio. Este fenómeno de los audiolibros, ¿crees que es un moda pasajera o que ha llegado para quedarse?
Ojalá haya llegado para quedarse. Aquí también voy muy entre grises, no soy nada de blanco o negro, porque me parece un arma de doble filo, para mí la lectura es un momento tan íntimo, hermoso y tan personal que hay que leer el libro. Por otro lado, que alguien te lo cuente me parece tal lujo y volver a lo ancestral de nuestro oficio, de transmitir eso de viva voz, que de verdad ojalá haya llegado para quedarse. Esto me lleva otra vez a los recuerdos con mi abuela, ella me leía cuentos cuando era pequeña y luego, cuando yo fui creciendo, intercambiamos los papeles. Un día me dijo: “Deberían pagarte por leer, ojalá sea tu trabajo y llegue a mucha gente”. De repente, años después me veo en Penguin Audio haciendo todas estas cosas maravillosas y de una manera tan bonita. En una de las sagas que grabé, eran cinco novelas de un mismo autor, me escribieron por Instagram unas trabajadoras de una fábrica de calzado que tienen un trabajo muy rutinario porque los libros que han estado escuchando les han acompañado y les han hecho su jornada laboral mejor. Eso me atravesó, me quedé así un rato en un banco al sol gozando dele momento, me pareció muy bonito.
¿Estás actualmente en algún proyecto del que puedas hablar?
Sí, estoy moviendo ‘Los hijos’ que es el cortometraje que aborda la salud mental, está funcionando muy bien por el mundo. También estoy preparando el siguiente, que aborda el tema de los abusos sexuales en la infancia. Estoy preparando una producción grande en teatro para la temporada que viene, no tengo aún fechas, pero va a ser algo muy potente y donde tengo un personaje que es una mujer fascinante de una cultura además muy lejana. Lo mío es currarse las cosas, trabajo, cuerpo, voz, acento e idioma, así que ahí ando, ya preparándolo con tiempo. Además, sigo dando clases a jóvenes actores, que es algo que me encanta, tengo dos grupos muy bonitos.
Esa formación la abordas desde el ‘coaching’ ontológico. ¿Cómo es el día a día contigo en un aula de aprendizaje?
Muy divertido. Me rio mucho, me encantar estar en grupo y transmitir. Cuando empiezo una clase con alumnos y alumnas de 11 o 12 años siempre comienzo diciendo que estoy ahí para aprender, lo que les genera mucha expectación. Son dinámicas lúdicas a través de juegos y expresión corporal, improvisaciones, donde nos acercamos a lo que necesita la persona. Eso en clases de interpretación te puede ir llevando a cómo se prepara para un personaje, pero en sesiones de ‘coaching’ ontológico te va llevando a lo único y personal, no te puedo decir cómo se gestiona una emoción, es muy complejo, pero podemos abrir vías y acompañar en el proceso para ver la mejor forma de hacerlo. Esto es muy bonito. Actuar es ir explorando seres humanos, ir abriendo puertas y posibilidades. Siempre se suele decir que actuar es como una mentira; para mí es lo más real del mundo, si no me acerco con toda la honestidad posible a que dentro de mí hay una posibilidad de ser valiente, agresiva, cobarde... toque el personaje que toque, no voy a ser capaz de sacarlo ni de transmitirlo. Para mí actuar tiene que ver con explorar la honestidad propia y la de los demás. Es la vida misma.