Personajes

L. A.:

“Claro que pueden convivir en una canción la esperanza y la tristeza”

El artista mallorquín lanza este viernes 14 de febrero ‘A modern odissey’, su nuevo disco tras varios años de silencio. A lo largo de temas como ‘The right time’ se puede apreciar un sonido más fresco con el que asegura sentirse feliz

Han sido algo más de cuatro años de silencio musical, pero eso no significa que Luis Albert Segura haya estado parado. Más bien al contrario. Del arduo trabajo durante este tiempo y las motivaciones de este nuevo disco nos habló en esta entrevista

Con tres singles de adelanto queda claro que ‘A modern odissey’ es un disco con un estilo realmente nuevo. ¿Cómo lo definirías?
En pocas palabras, no lo sé, porque piensa que, a lo tonto, ha sido casi 20 meses de curro. O sea, estamos hablando de más de año y medio. Han pasado muchas cosas, tanto en mi vida como en el estudio. Hemos hecho casi tres discos diferentes, empezamos con un formato y una idea de banda en directo mucho más orgánico y natural, y mira dónde hemos acabado, ha habido como mucha convulsión. Por lo tanto, es difícil definirlo con una sola palabra, pero diría cambio, en mi vida, de mentalidad, de la industria, de sonido, de formato en directo... Son muchos cambios buenos, porque después de casi 25 años haciendo música, sentir otra vez la emoción y la excitación de hacer cosas nuevas y el riesgo no está pagado. Esto es un regalo.

Han sido prácticamente cuatro años sin escuchar nuevos temas. ¿Cómo has llegado a este punto, qué intrahistoria hay detrás?
Creo que ha sido como un círculo que se ha ido cerrando. Ese círculo se cerró con la reedición de ‘Heavenly hell’, ahí mentalmente cerré un ciclo de casi 15 años. Lo que ha venido luego ha sido pandemia y post-pandemia, que obviamente es un tema muy manido, pero que a los artistas o a quienes nos dedicamos a hacer música con una periodicidad, con unas giras, sacar cada año y medio un disco nuevo y todo el rollo, nos partió totalmente por la mitad. Tuvimos que cambiar el mindset y la forma de plantearlo todo. Sobre todo, te diría que, ahora mismo, el volver a la industria y verla tan cambiada, ver lo que ha sufrido y lo que está sufriendo ahora mismo, porque esto va a toda una velocidad muy vertiginosa, es lo que me ha hecho pensar, hostia, me meto en el tren porque podría haber rebotado y haberme caído rodando y haber muerto en la cuneta, pero creo que me he metido en el tren en el momento en el que tenía que meterme y ahora estoy haciendo lo que hago porque he entendido un poco la industria, que no es fácil. A mi me costó ocho o nueve años meterme en el ritmo de las compañías, he trabajado con tres multinacionales, la forma de currar en ellas es complejo, es como un mamut gigante moviéndose, es una empresa enorme, y a los artistas nos acaba aplastando. Si no llegas al volumen de ventas o de escuchas, te genera una tensión. Creo que ahora he vuelto a entenderlo un poco, me he metido en el tren y por eso el disco suena como suena y por eso estoy haciendo lo que hago, porque creo entender un poco los formatos, los directos, las velocidades de presentación de las cosas. Otra cosa es que funcione, pero entenderlo creo que ahora mismo lo he entendido, igual que lo entendí hace diez años.

¿Está reñida esa exigencia de la industria con el hecho de saborear bien un disco? Lo digo también por el público y esa demanda recurrente de escuchar canciones nuevas constantemente.
Esto es porque ya nos hemos hecho a ese nivel de entrega. Yo hablo con mi padre, que cambiaba cigarros por discos a los marines americanos en el año 63 o 64 en Mallorca, allí llegaban muchos portaviones americanos y traían singles de los Beatles y otros grupos. Imagínate la velocidad con la que pasaba esto, los discos salían, los compraban los marines americanos, se lanzaban a la mar, llegaban a un puerto en Mallorca y mi padre escuchaba el disco como si acabara de salir. ¿Qué pasa ahora? Hacemos una canción ahora aquí, la grabamos, la colgamos en TikTok, y si encaja y peta es un hype, tenemos 8 millones de plays, todo el mundo habla, pero lo hemos hecho en una hora y media. Eso hace que el público consuma a una velocidad que es a la que le está entregando la industria. No creo que se saboree, ni mucho menos, y si se saborea, se hace de una forma que no es a la que yo estoy acostumbrado, de cuando me enseñaron a pinchar un vinilo, a escuchar Neil Young o lo que fuera, a limpiar el disco, a poner la aguja ahí... ahora escuchas un segundo, tres, diez segundos de una canción, la pasas, después pasas otra, llegas a una tercera de la que escuchas un minuto y medio... Entender eso, a mí me ha costado dos años. Y lo que estoy entendiendo ahora, a lo mejor en la semana que viene ya está obsoleto.

Hay sintetizadores, loops y otros elementos que quizás no estaban antes tan presentes en tu música. Has llegado a decir que algunas canciones son de las más arriesgadas que has hecho en tu vida. ¿Cómo se sobrelleva ese vértigo, si lo ha habido?
¡Joder que si lo ha habido! Claro que sí. Piensa que yo estoy hecho a un formato, a un sistema de composición, a un sistema de interpretación donde soy yo con la acústica, o con una eléctrica, solo o con una banda de rock, con un guitarrista, con un bajista, con un batería, un teclista a veces... y de repente me meto en un pantano del copón, incluso en el plano compositivo, que es la complejidad de lo que estoy entregando ahora, casi ni yo entiendo lo que he hecho, nos hemos metido a grabar pistas y layers y es una locura de composición. Además, luego hay que llevar eso al directo. Claro que me asusta, porque es como cuando Neil Young sacó el ‘Trans’, que era un disco electrónico, y la peña se puso las manos en la cabeza, o cuando Dylan sacó la eléctrica, pero, ¿qué hicieron?Se la sudó todo y siguieron adelante. He hecho lo que me gusta, creo que es, si no mi mejor disco, sí que el más complejo que he hecho, y el más complicado de crear; ‘Heavenly hell’ salió fluidísimo, el resto han ido saliendo, pero este ha sido como ir dando golpecitos a una pieza para hacer algo que mole hoy porque mañana ya ha caducado. Sí, es arriesgado, tío, pero voy a muerte. Ahí voy, feliz.

A nivel visual los singles lanzados tienen un elemento en común: el casco de astronauta. ¿Qué quieres simbolizar con ello?
Esta historia era, de hecho, se llama ‘A modern odyssey’ porque para mí era un viaje de tres horas al espacio, donde en la Tierra han pasado treinta años. Es un poco como me siento, es un ‘Interstellar’ en toda regla. En 2018 paro L.A. porque no podía más, y desde entonces estaba en el espacio dando vueltas, y me fui un rato, pero imagínate de 2018 a ahora cómo ha cambiado todo, a nivel de ventas, de escuchas, de lo que la gente escucha, de lo que quieren, del mensaje... y es una locura. Me he encontrado un paraje totalmente inhóspito y casi postapocalíptico y distópico. Ahora no, porque estoy cogiendo el ritmo, pero esto lo miras desde Mallorca, con mis hijos, tal y como dejé todo, y cómo está ahora, y esto es ‘The last of us’, un sálvese quien pueda.

Hablando de adelantos, ‘The right time’ fue el primer single que vio la luz. ¿Es la canción que, a tu juicio, mejor define este LP?
Creo que sí, porque aparte era la que olía más a LA de siempre, y la que me seguía uniendo a bandas como The War on Drugs, que podía tener un nexo más con el indie rock que yo he hecho y he practicado siempre. A la vez, en esta canción iba enseñando un poco las plumas de todo lo nuevo, obviamente el siguiente single ya fue cambiar un huevo, un pajarraco diferente, otra historia. Luego vino ‘Miss you again’, que es un baladón, pero con tintes de lo que es el disco. Lo bueno viene ahora, claro, la gente cuando vea la peli entera dirá, “hostia puta”, o sea, desde rapear a lo que me echen, está ‘Capri’, que es una canción que casi te lleva a un punto de Bad Bunny. Creo que el disco era necesario que fuera así. Ya me funcionó ese formato de que cada canción te lleve a un sitio diferente con ‘Heavenly hell’, y creo que este es el ‘Heavenly hell’ de 2015.

En la particular cuenta atrás hacia el álbum el tercer single es ‘Miss you again’, una canción que encaja perfectamente en el canon de balada.
Esta canción tiene un trasfondo para mí muy emocional. Es la primera vez que lo digo: se la hice a mi hija. Tuvimos una situación en casa un poco compleja, ella tuvo unas crisis que hicieron que fuese de repente un caos. Tiene 11 años ahora. Cambió mucho su personalidad, fue un poco caótico, y tanto a mí como a mi mujer nos costó mucho atravesar esa época. Si escuchas la letra, lo que digo es, “siento decir que lo siento otra vez”, porque en el fondo nos sentíamos como que no podíamos ayudarla por lo que estaba pasando, y que de repente lo que quería era que volviese a ser como la recordábamos. Tiene su potencia emocional. Obviamente puedes pensar que esta canción habla de que echo de menos a una chica o a un chico, pero en este caso hablo sobre mi hija.

¿Pueden convivir la tristeza y la esperanza en la letra de una misma canción?
Sí, totalmente. De hecho yo soy, creo, un experto en eso. Siempre he tenido esa cadencia y ese punto muy melancólico, pero positivo, un punto de lloro pero me rio. Creo que será por lo que he escuchado en mi vida, o porque ese tipo de melodía es la que siempre me ha ido más fácil, o por el tipo de acordes que siempre he practicado. Sí que pueden convivir, de hecho, mejor que convivan y que no sea toda tristeza o toda la alegría, porque a veces cansa.

En líneas generales, el disco tiene canciones muy bailables. ¿Cómo se va a trasladar esto a los directos?
Es todo un reto porque, como te decía, yo he ido siempre en formato de banda. De repente este disco me pedía otra historia totalmente diferente, y me apetecía mucho algo que veía: ¿Cómo cojones puede un tipo o una tipa, con un DJ detrás, aguantar un bolo de dos horas? ¿Cómo es esto?Lo quise probar. En la gira voy con dos músicos, con Dimas, que es el batería de siempre, y Sergio Llopis, que es el teclista, guitarra, bajo... nos vamos rulando instrumentos. El show es como una obra de teatro donde repaso clásicos, hacemos versiones y, por supuesto, tocamos el disco nuevo entero, que viene perfecto para intercalar con los clásicos. Los clásicos son revisitados, obviamente es otro formato, muchas bases grabadas, yo con un micro inalámbrico saltando por el escenario como un mono... Hemos hecho un par de showcases, pero hicimos un concierto el otro día, y es maravilloso, estoy descubriendo algo que no pensaba que jamás me pasaría.

Pensando en esa gira, ¿cómo de difícil va a ser encajar piezas de discos anteriores en este nuevo puzle sonoro?
Pues mira, tengo la suerte, de tener en la banda a Dimas y a Sergio, que ambos han trabajado en el mundo del cine, Dimas concretamente ha trabajado haciendo música para trailers de cine, desde ‘Aladdin’ hasta ‘Han Solo’, ha trabajado para Disney, para Lucasfilm... el tío ha trabajado a un nivel extremo. Me es muy cómodo porque, por ejemplo, en canciones como ‘Capri’ teníamos una versión inicial que a mí no me acababa de encajar porque era muy de banda. Le dije cuatro directrices, que es lo que él estaba acostumbrado a hacer, y toco encajó. Por lo tanto, tener a Dimas y Sergio, que trabajan a ese nivel, con las canciones nuevas y con las revisitadas es muy fácil porque yo les doy cuatro directrices y ellos lo plasman en la música, y lo hacen con una precisión de relojería alemana, es maravilloso. Con la revisión de los clásicos, estamos en esa onda. Lo que ellos me entregan ya va a misa, de hecho, todo lo que hay en el disco que han hecho ellos, más las revisiones de las canciones, son ‘take one’. Hay una intro del show, como un repaso por mi carrera, que es una maravilla, es digno de Disney. Son mis músicos, que son maravillosos, y tengo la suerte de tenerlos ahí para un roto y para un descosido.

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