Luz Gabás, la escritora de Monzón mira en su nueva novela, ‘Corazón de oro’ (Planeta), a determinados acontecimientos históricos de mediados del siglo XIX

Luz Gabás:
“El corazón siempre siente, llevamos todos nuestros recuerdos con nosotros”
Su debut literario con ‘Palmeras en la nieve’ fue un éxito tan rotundo que Fernando González Molina no dudo en adaptarla a la gran pantalla. Pero la trayectoria como escritora de Luz Gabás no se detuvo ahí. De hecho, en 2022 ganó el Planeta de la mano de ‘Lejos de Luisiana’, una novela que, en cierto modo, ha servido de base para su nueva entrega: ‘Corazón de oro’.
Su nueva novela, 'Corazón de oro', está ambientada en California. Aunque no sea estrictamente el mismo lugar que 'Lejos de Luisiana', ¿podemos decir que, en cierto modo, toma el testigo de aquella?
Ahora los protagonistas de la historia se desplazan hacia el oeste, porque yo quiero, como escritora, desplazarme también literariamente hacia el oeste, hacia California. Es un territorio que conocía, pero que quería revisitar desde la experiencia de la edad. Lo tuve claro desde el principio.
Como en 'Lejos de Luisiana', en esta nueva novela hay una gran labor de documentación. Dentro de todo ese trabajo, ¿hubo algo que le sorprendiera especialmente?
Me sorprendieron muchas cosas. En nuestra generación tenemos una imagen del western heredada del cine, pero mi primer gran descubrimiento fue el momento anterior a esas películas, que son posteriores a la guerra de Secesión. 'Corazón de oro' sucede antes, en 1849, durante la fiebre del oro, y descubrí que hubo muchos españoles implicados, más de los que podía imaginar. Muchos trabajaron en ranchos después de pasar un tiempo en los campamentos mineros, y me llamó la atención cómo aparecieron numerosas noticias en la prensa española sobre el oro, algunas alentando a participar y otras dudando de su veracidad. Incluso encontré fake news. Ha sido todo un descubrimiento, y eso que conocía California.
¿Le resultó fácil encontrar información sobre aquella época, pese a la lejanía?
No fue tan difícil como en el caso de 'Lejos de Luisiana', pero tuve que deducir bastantes cosas a partir, por ejemplo, de censos de viajeros que me daban el perfil de los personajes. Cuando buscas, siempre encuentras. Ojalá hubiera más material, pero fue suficiente para preparar la novela.
En la novela se mezclan estadounidenses, colonos e indígenas, todos con el objetivo principal de sobrevivir. ¿Cree que ese fue el caldo de cultivo de la violencia que imperaba en aquel momento?
Faltaría un cuarto grupo: los nativos californios. Los indígenas eran los nativos, pero en esa época en que la vieja California languidece por la llegada de otro mundo, hay un grupo muy potente, el de los rancheros con concesiones de tierra de los gobiernos español y mexicano. No imaginaba tanta violencia contra tantos colectivos. Me sorprendió la hostilidad hacia chilenos, irlandeses, mexicanos... en general, contra todo lo hispano. De ahí quise hablar: de las luchas por el territorio, del racismo, de la demonización del otro, y de cómo un entorno puede ser visto como tierra de oportunidades por unos y hostil por otros.
Lorién se fija rápidamente en Cynthia nada más llegar al suelo americano. Hay un refrán que dice “ojos que no ven, corazón que no siente”. ¿Cree que su novela lo desmiente?
El corazón siente siempre, llevamos todos nuestros recuerdos con nosotros. Puedes no ver a alguien en cincuenta años y seguir recordándolo. Ese refrán, aunque entiendo lo que transmite, se queda corto.
Cynthia bebe de otra obra de ficción, la película 'Gigante'. ¿De ahí viene su interés por este momento histórico?
La acción de 'Gigante' sucede décadas después, pero el personaje de Luz, qué casualidad que se llame como yo, me marcó. Es la hermana del protagonista, una mujer fuerte, capaz de llevar el rancho como su hermano, aunque queda eclipsada por la protagonista. Recuerdo que pensé: “Algún día Luz será protagonista”. Y así nació Cynthia: una joven acostumbrada a hacer lo que le dicen que no puede, capaz de encargarse del rancho y muy unida a la tierra. Tendrá que transformarse para adaptarse a lo que viene de fuera y destruye el mundo que conoce. Es un personaje con el que he disfrutado muchísimo en su desarrollo vital.
“Hubo muchos españoles implicados en la fiebre del oro”
¿Diría que es uno de los personajes más redondos que ha creado?
Me costaría elegir, pero sí, Lorién y Cynthia son personajes redondos. Me gusta mucho cómo evolucionan.
Han pasado varios siglos desde la época en que se ambienta la novela hasta hoy. ¿Percibe similitudes entre aquella sociedad y la actual?
La novela histórica establece un diálogo entre pasado y presente. En la buena novela histórica hay una reflexión sobre el presente, aunque hablemos del pasado. Claro que encontré similitudes, y quizá por eso quise escribirla. Ahora se habla mucho de inmigración; yo me centro en las personas, en los jóvenes que se lanzan a lugares lejanos en busca de una vida mejor, igual que entonces. Viajes durísimos, ilusión, rechazo, adaptación a nuevas culturas... hay muchas similitudes, y también cierta tristeza al ver que creemos superados algunos momentos de la historia y no lo están.
¿Ve un paralelismo entre la fiebre del oro de entonces y el fenómeno migratorio actual?
Sí, aunque cada colectivo tenía sus razones. Los estadounidenses viajaban por el concepto del “destino manifiesto”, esa obligación moral de colonizar territorios. Otros, como muchos de los actuales migrantes, salían de situaciones difíciles buscando una vida mejor. En la fiebre del oro también hubo jóvenes de familias acomodadas que querían prosperar. Pero las mayores similitudes están con quienes huían de la pobreza y soñaban con un futuro mejor para ellos y sus familias.
Uno de los ingredientes de la novela es la venganza. ¿Por qué cree que sigue siendo tan atractivo en literatura y cine?
En narrativa siempre hace falta un motor que mueva la acción: el amor, el desamor, el odio, la venganza... La venganza es atractiva porque responde a una ofensa. Me interesa explorar los grados de ofensa: no es lo mismo que te roben que agredan a un ser querido, como ocurre en la novela. Y también cómo ha cambiado la percepción de la ofensa: antes y ahora se vive de manera diferente.
¿Qué poso le gustaría que dejara esta novela en los lectores?
Me gustaría que el lector dijera: “Lo he visto desde otra perspectiva que ignoraba”. Que aprenda algo que no sabía o que reordene información para entender mejor los hechos. Y, sobre todo, me encanta cuando me dicen que se han emocionado, porque 'Corazón de oro' es una novela para emocionarse.