Personajes

Toni Sánchez Bernal:

“Tener un narcopiso cerca es una pesadilla; es muy difícil desmantelarlos”

Tras la gran acogida de ‘Ofensa al frío’, Toni Sánchez Bernal presenta su segunda novela, ‘Atrapada en la oscuridad’ n Madrid juega un papel clave como escenario

No es la primera vez (ni probablemente sea la última) en la que una novela utiliza los recursos que ofrece Madrid para ambientar una historia trepidante. Sin embargo, ‘Atrapada en la oscuridad’ (Planeta) se diferencia de otras tramas en incluir otros aspectos de la capital menos explotados en la ficción, incluso aquellos tan reales como poco amables.

Hace poco más de 12 meses hablábamos en relación a otra novela tuya, 'Ofensa al frío'. Viendo la complejidad y extensión de 'Atrapada en la oscuridad', da la sensación de que ya entonces se estaba gestando este nuevo libro.
Sí, han sido tres años de trabajo, tres años del acto físico de sentarme a escribir, pero llevo con esta historia desde hace muchísimos años antes. Lo tenía todo en apuntes un poco dispersos, en distintas libretas, notas del móvil... Tenía el personaje protagonista de esta novela, que me acompañaba desde hacía muchos, muchísimos años, ese policía novato, idealista, que además es vocacional y que se recuerda a sí mismo que ser policía es un servidor público y que con eso no se juega, es decir, que tiene que ser intachable éticamente. Tenía ese personaje y apuntes sobre la trama, y después un día te confieso que estaba paseando por la Puerta del Sol, en Madrid, y vi una papelera totalmente atestada de pañuelos de papel manchados de sangre. Recuerdo que pensé, “ostras, no será, obviamente, nada malo, porque está en la Puerta del Sol, ya habrá habido algún policía que habrá tomado nota”, pero también me pregunté: “¿Te imaginas que se hace el análisis de esta sangre, de todos estos pañuelos de papel y resulta que es una mujer desaparecida hace años?”. Todo eso hizo clic y me di cuenta de que todas las anotaciones dispersas que tenía habían confeccionado un mapa. Me puse a trabajar, coincidiendo en el tiempo que yo acababa de firmar con Planeta la publicación de 'Ofensa al frío', mi anterior novela, y también decidí no esperar a que se publicara la novela para no perder el músculo de escritura, no perder el hábito. En definitiva, llevo tres años fuertes escribiendo esta novela.


Después de este recorrido, de estos tres años de escritura, tiempo en el que has estado conviviendo con el personaje protagonista, ¿qué ha sido lo más complejo a la hora de articular esta trama?
Creo que seleccionar, porque era un mundo muy extenso en mi cabeza, me daba juego para hacer entera la trilogía de 'El señor de los anillos' (entre risas). Ahora soy consciente de que un libro de 1.500 páginas era inabarcable a nivel editorial y también para mí, a nivel lector me gustan las obras extensas, pero soy consciente de que no puedes hoy en día presentar una novela de 1.500 páginas, es una época donde hay tantas ventanas de entretenimiento con streaming, videojuegos... Así que seleccionar fue lo mejor, depurar. Eso también, si te soy sincero, hizo que la novela tuviese un ritmo muy acelerado, es como un tren en marcha en el que cuando te subes ya en la primera página no se detiene hasta la 460.


Lejos de la Sierra de Madrid y del Pirineo de Lleida, donde estaban ambientadas 'Ofensa al frío', esta vez has optado por el corazón de la capital. Además de entretenerse y disfrutar, muchos lectores van a descubrir la cantidad de túneles que hay bajo el suelo de Madrid.
Escribir esta novela ha sido sacar a jugar a mi niño interior, porque siempre los ambientes subterráneos me han dado mucho intríngulis, mucha fascinación, también algo de miedo, para qué te voy a engañar. Cuando uno viene a Madrid, esta ciudad está agujereada por debajo, casi como un queso gruyer, y, claro, estar paseando por Madrid y pensar que debajo hay un túnel que lleva abandonado desde hace siglos por el que no pasa nadie, que está tapiado y que utilizaba al rey para visitar a su amante, me crea cierta fascinación. Yo llegué a Madrid con 24 años pero seguía siendo un niño en esos segundos, cuando pensaba estas cosas. Por ejemplo, pues iba al Ateneo a trabajar y de repente veía que había una muesca en la pared, y que si la abrías había un muro levantado de ladrillos que ocultaba un túnel construido desde hace casi 100 años. Era inevitable preguntarte hacia dónde lleva eso, nadie lo sabe; se supone que lleva al Congreso de los Diputados, que hay toda una intersección de túneles secretos bajo esa plaza, pero son puras cábalas porque no está cartografiado en ningún mapa.

“La novela negra me permite radiografiar el mundo actual”


Subiendo a la superficie, reflejas muy bien toda esa parte del Madrid más tradicional, pero también los narcopisos y las redes de prostitución. ¿Le hacía falta a la literatura mirar a estas nuevas realidades, no solo de Madrid sino también presentes en otras ciudades?
Creo que sí, porque primero yo escribo y vibro mucho con la novela negra, creo que es el género idóneo para mostrar los matices de grises que hay hoy en día, no todo es blanco y negro. También es el género que al menos a mí me permite hacer una radiografía del mundo en el que vivo. Por suerte no vivo al lado de un narcopiso, tampoco en las Cuatro Torres que conforman el skyline de esta ciudad, pero me parece muy interesante que Madrid tenga estos contrastes de que a pocos metros está la noche y el día respecto a las escalas sociales. He encontrado el género idóneo en la novela negra para mostrar todos estos mundos. También me apetecía un poco hablar de los narcopisos, de este Madrid que a veces no conocemos o no queremos conocer, siempre pensamos que igual no es tan grave, que igual solo lo sufren tres o cuatro, pero no, el tema de los narcopisos es un drama porque además desmantelarlos es muy complicado, cuando hay un narcopiso en tu barrio, en tu calle, qué decir en tu escalera, pues es un mal sueño, una pesadilla; tengo amigas que han tenido que abandonar sus barrios, que han tenido que cambiar sus comercios, cerrar sus tiendas porque han puesto un narcopiso en la misma calle y era algo insufrible. Por ejemplo, visitaba a una amiga en su taller de cerámica y había gente inyectándose heroína justo en la puerta de la tienda. Es un drama que te quita el sueño y que, cuando lo sufres, sientes también un cierto vacío porque, ¿a quién lo denuncias? Es muy difícil desmantelar un piso de estos. Después sí, sale de vez en cuando un reportaje en la televisión y siempre creemos que es en el extrarradio, que afecta a dos o tres y te das cuenta de que no, en el mismo centro de Madrid hay, y en barrios donde hay familias honestas y trabajadores también.


Esto enlaza directamente con uno de los personajes, con Tania Bilbao, que vive desesperada por sacar a su hijo del mundo de las adicciones. ¿Es la maternidad, o en su caso la paternidad, la razón más frecuente que puede llevar al ser humano a dejar de lado ciertos principios éticos?
Creo que sí, solo un hijo o una hija te motiva y te obliga a poder saltarte la línea que tú creías infranqueable. Por ejemplo, en las canciones de amor se escucha mucho eso de moriría por ti, pero todos sabemos que no es verdad. Aunque una ruptura duela mucho, muchísimo y que en ese momento te quite tanto el sueño que parezca que te va a matar, todos sabemos que no. Sin embargo, cuando algo le ocurre a tus hijos, eso sí que te quita el sueño, te lleva a una muerte en vida como diría Paco Umbral, eso sí que creo que es lo único que realmente te puede conducir a hacer algo impensable, algo que creías que jamás ibas a realizar.

Tania Bilbao lidera un grupo policial que investiga homicidios. ¿Es difícil documentarse sobre la labor que realizan unidades como la UDEV?
Es difícil, también siempre hay misticismo, ciertas licencias que se toman en las novelas en pos del entretenimiento. La gente se cree que esto es un capítulo de 'CSI' donde se toma una muestra de ADN y en cinco minutos se obtiene el resultado. No. Lo primero que te dice un policía que eso no pasa así, que ese trabajo es lento y laborioso. Es complicada la documentación, sí, pero también es bonito porque son un grupo de profesionales que a mí me despiertan mucha fascinación. Como dice Lorenzo Silva, hay dos tipos de países, aquellos donde cuando te ocurre algo, la primera llamada que realizas es a la policía, y países donde cuando te ocurre algo, la última persona a la que quieres ver es a un policía; por suerte vivimos en un país que está dentro del primer grupo. Sí, es un país con muchos errores, con muchas cosas a mejorar, pero que, por suerte, cuando tienes un problema y acuden unos uniformados, creo que puedes tranquilizarte. Me gustaba reflejar eso, que los policías son servidores públicos, algo que tiene muy presente el protagonista, Arturo Yani, un policía novato, idealista.

“Tengo amigas que han tenido que cambiar de casa por culpa de los narcopisos”


Hablábamos del misticismo y de la dificultad para acceder a la información de la UDEV. Imagino que en el caso de Asuntos Internos esto se eleva al cuadrado.
Sí, por desgracia no he podido hablar con nadie de Asuntos Internos, me ha servido de otras novelas, de películas, también un poco de la fantasía o de cómo crees que pueden ser estas personas. Investigar a tus compañeros tiene que ser delicadísimo. Por suerte hay otras ficciones como 'Antidisturbios', la serie de Sorogoyen, que tratan un poco esta temática y me apetecía mostrarlo, incluso desde el momento en el que se me ocurrió el personaje de Arturo Yani, que ya surgió así, un policía novato e idealista al que le toca investigar a sus propios compañeros en secreto. Eso me otorgaba este plus de infiltrado, que es un tema casi atávico, da igual cuántas veces se utilice que casi siempre funciona.


Dentro de esa fascinación que pueden generar personajes como Arturo Yani, ¿qué infierno es peor, uno real como Tártaro o uno psicológico como el que vive él por el trauma que ha tenido en la infancia?
Creo que el mental, de ahí sí que no puedes escapar. Puedes estar cautivo a nivel físico y, aunque suene muy idealista decirlo, puedes de alguna manera quizás trabajar tu mente, reprogramarla, para que el cautiverio no te gane la partida. Creo que el tormento mental es el peor enemigo, por desgracia es un mal que habita en nuestro día a día y que, ojo, yo también padezco; de alguna manera escribir esta novela ha sido una terapia de obligarme a seguir hacia adelante y de mirar al día a día con optimismo.

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