Tras una gran experiencia como guionista y realizador, el autor tarraconense publica su primera novela, ‘Ofensa al frío’. La fabulosa ambientación juega un papel clave
Toni Sánchez Bernal:
“Es siempre más difícil de gestionar el frío emocional que el meteorológico”
Como realizador y guionista ya te habías acercado al arte de contar historias. ¿Llevaba mucho tiempo contigo la idea de escribir una novela?
Siempre he sido muy lector, pero tenía muchísimo respeto al hecho de escribir una novela, de hecho recuerdo cómo una vez le conté a mi pareja que escribir un guion estaba bien, pero no me veía capaz de escribir una novela. Sin embargo, surge en ti una chispa, al principio lo intentas acallar, pero cuando se me ocurrió una historia enseguida la vi como una novela, sobre todo por el estilo que tiene, de rememorar el pasado, de muchos diálogos internos de los personajes... Desde la inconsciencia más pura y pasional me lancé. Inicialmente creía que era una idea que iba a quedarse en un cajón.
En 2019 publicabas un libro de no ficción, ‘Morir, un último tabú’, que coincide con abordar el tema de la muerte.
Mucha gente se imagina que soy una persona muy obsesionada con la muerte, muy trágica, y no es así, la verdad. El anterior libro tiene unas circunstancias especiales, en mi trabajo estaba en contacto con mucha gente de diferentes religiones y filosofías espirituales, aunque yo no sigo ninguna. Me parecían curiosos todos esos puntos de vista, sobre todo en el tema de la muerte. No me veía haciendo un ensayo de un montón de páginas, así que como me gustaba el formato de las entrevistas porque me permitía charlar en la intimidad con una grabadora en medio. A nivel personal me brindó experiencias muy chulas, como estar con un maestro sufí que me invitó a su casa.
Entrando en ‘Ofensa al frío’, se ambienta en dos zonas, la sierra de Madrid y el Pirineo de Lleida. No es una elección casual.
La elección de Madrid fue fácil, yo entonces era un recién llegado aquí. Lo del Pirineo de Lleida responde a que mi padre es de El Pont de Suert y yo desde pequeño he veraneado allí. La presa de Cavallers aparece porque me daba muchísimo miedo. Siempre hacíamos una visita allí porque la zona es preciosa, al acceder en carretera, desde abajo, como niño solo ves una inmensa mole gris entre montañas y encima mis padres tuvieron una frase muy desafortunada al decirme que si la presa explotara en ese momento el agua arrasaría el pueblo donde dormíamos. En mi cabeza me imaginaba que la presa se resquebrajaba lentamente. Por eso cuando busqué una localización por la novela decidí permitirme la licencia de situarla allí.
Miguel y Alba, la pareja protagonista, han sufrido un golpe durísimo con la pérdida de su hija. Pocas veces en la ficción se han abordado las aristas que aparecen en una relación de pareja cuando se enfrentan a un trauma así. ¿A qué crees que se debe?
Igual al miedo, igual nos da un poco de pereza hablar de un trauma tan potente, incluso como espectador nos da reparo acercarnos a ficciones tan duras. Me apetecía revertir un poco el cliché, las ficciones que hablan de una pareja que ha perdida a un hijo siempre ponen en planos diferentes al marido y a la mujer a la hora de aceptarlo. Por eso aquí se revierten esos papeles. También me parece un gran punto de partida: cómo es un matrimonio roto, son solo dos extraños, pero en el que están obligados a compartir techo.
Aunque no sea de carne y hueso, el frío es casi otro personaje más. ¿Cuál es más difícil de combatir, el frío meteorológico o el emocional de un matrimonio roto?
Todo lo emocional cuesta más. Es verdad que muchos investigadores paranormales hablan de que hay cierta fluctuación de temperatura en esos fenómenos. En la novela está un poco exagerado, me gustaba la idea de que fuera evidente dónde estaba la amenaza. El frío emocional es más difícil de gestionar, siempre.
A la hora de crear un ambiente asfixiante, ¿es más sencillo desde el punto de vista de un guion o de una novela?
Aquí es un estilo que se mete en la cabeza de los personajes, así que me ha resultado más complejo pero a la vez más gratificante. Fue un desafío al venir de los guiones cinematográficos, pero al intentar escudriñar la mente de los personajes, me siento muy satisfecho por haber cumplido el objetivo.¿
Por qué la inclusión de los fenómenos paranormales?
Esto tiene que ver con mi otra faceta profesional. Llevaba muchos años en contacto con el mundo del misterio, tanto con investigadores paranormales como con gente del espiritismo. Siempre me volvía a casa con cierta frustración porque toda esa seriedad que había escuchado en entrevistas y congresos no las veía reflejadas después en la ficción, donde se tiende más a la pirotecnia. Pensé por qué yo no hacía eso. La idea inicial era la historia de amor entre Alba y Miguel, pero luego se fueron sumando estos elementos.
Sobre los fenómenos paranormales, décadas atrás se tomaban por buena parte de la sociedad en tono de burla. ¿Crees que habría sido más difícil abordarlo entonces en una novela?
Puede ser que sí. Miro a referentes y veo a Javier Sierra hacer novelas de ficción con elementos traídos del mundo del misterio, o incluso Carlos Ruiz Zafón, que para mí es una referencia inevitable y fundacional. Habiendo ejemplos, creo que igual hubiera sido más difícil porque todavía hoy son recibidos con cierta burla, aunque cada vez menos.
En las primeras páginas el lector conoce al personaje de Miguel, quien representa un gran hastío vital. Afortunadamente se va hablando más de salud mental, ¿consideras que esta apertura también ayuda a que en la literatura se aborde desde otro prisma la problemática del suicidio?
Quiero creer que sí, o que al menos va a poner su granito de arena. No quiero alertar a nadie, pero mucha gente habrá pensado en un momento de su vida cómo se suicidaría o tiene algún conocido que ha pasado por ello. ¿Qué lleva a una persona a acabar con su vida? Es una pregunta muy potente que sigue siendo algo tabú en nuestra sociedad. Hay gente que incluso habla con lástima del suicidio.
Otro personaje, la inspectora Miranda, ¿siempre tuviste claro que iba a ser una mujer?
Sí. Es un personaje que rescaté de un guion que escribí años antes. Al ponerme con la novela y ver que hacía falta una investigadora, enseguida me acordé de ella porque tenía cariño al personaje. He de confesar que en la primera versión de la novela aparecía muy esporádicamente, fue en la reescritura cuando decidí potenciarlo. Me gusto mucho porque vi al personaje crecer de una forma muy orgánica. Soy muy cuadriculado a la hora de escribir, me baso siempre en escaleta y biblia de personajes, sin embargo en toda la parte de Miranda Delgado me dejé llevar mucho.
A Miguel y Alba se les presupone cierto nivel intelectual, en cambio acaban recurriendo a algo tan asociado al pensamiento mágico como una médium.
Al principio siempre suele haber cierto escepticismo, como en los personajes de la novela. En el libro se habla del espiritismo codificado por Allan Kardec, que es una filosofía a la que yo veo con mucha seriedad. Claro, cuando hablamos de médium imaginamos bien a la típica de las películas de terror o la que vemos en programas del corazón. Yo quería hablar de este espiritismo porque veo una seriedad verídica o al menos mucha coherencia. Por ejemplo, los médium no cobran, entienden que lo que reciben gratis lo deben dar como tal. Ven un tratamiento del más allá sin nada macabro, sin oscuridad. Todos tienen trabajos cotidianos para pagar sus facturas, pero creen en esa filosofía. No sé si tienen razón, me gustaría creer que sí.
Una pregunta obvia, viniendo del mundo del guion, imagino que verás esta novela como una posible adaptación audiovisual.
Me gustaría mucho, claro, quién va a decir que no. Daría más visibilidad a la novela, y eso siempre es bueno, además, es muy potente a nivel visual, así que estoy totalmente abierto a que se pueda adaptar. Ahora mismo no hay ninguna oferta, pero ojalá se dé.
¿Qué licencias te permite escribir una historia para una novela a diferencia de un guion?
Creo que he tenido más libertad. En el guion tienes en mente que no puedes recurrir a ciertas escenas porque se va de madre en cuanto a producción o puede elevar los costes. Disfruté mucho ambientando la novela por esa libertad. Otra cuestión es que en el mundo del guion sientes más restricciones en cuanto al tempo, si se pueden condensar tres escenas en una, mejor.