Personajes

Denom:

“No tiene sentido mirar para atrás y pensar en odio o en malos sentimientos”

Consolidado como una de las voces más auténticas de la música urbana, el rapero madrileño hace un ejercicio de introspección en ‘Kintsugi’, su nuevo disco de estudio

Entre los numerosos vasos comunicantes que comparten artes como la música y la literatura se encuentra el reflejo, voluntario o no, de algunos rasgos personales del autor en cada una de sus obras. ‘Kintsugi’, el último disco de estudio de Denom, es un ejemplo de que la música también es terapéutica.

Ha pasado un poco más de un mes desde el lanzamiento de 'Kintsugi', este nuevo álbum, el cuarto en tu trayectoria. ¿Qué visión tienes de todo este proceso de trabajo?
Tengo dentro una sensación de “lo conseguimos”, quería hacer hincapié en el arte, hoy en día como que todo es un poco 'fast food' y casi se le dedica más dinero y más tiempo a un marketing que al propio arte. Me apetecía hacer algo distinto a pesar de saber que a lo mejor la inversión de tiempo, dinero, todo, no se corresponde con la altura en la que estamos nosotros en la industria, porque, a pesar de que llevamos tiempo, hay gente muchísimo más 'mainstream' y con equipos de trabajo grandísimos. Ahora miro atrás y veo que lo hemos conseguido. Han sido muchos esfuerzos, tanto económicos como de dedicarle mucho tiempo y mucho mimo, muchos quebraderos de cabeza para que todo saliera como queríamos. Por eso, cuando miro para atrás lo hago con orgullo.

A colación del anterior disco, 'Medicina, decías que la escritura siempre ha sido para ti una necesidad para entenderte mejor a ti mismo. ¿Cobra una mayor dimensión esa idea en 'Kintsugi?
Sí, sí. No sé si mayor o a la misma altura, pero sin duda fue el mismo proceso creativo de hurgarme dentro, de hacer un trabajo muy introspectivo, de mirar cosas que a lo mejor en el día a día, con tantas cosas que tenemos, no te da ni tiempo de pensar. Ese momento que tengo yo con el folio o con el móvil a la hora de escribir los temas, es un instante en el que me digo cosas a mí mismo y me doy cuenta de otras cosas, consigo curar o cicatrizar ciertas cosas y ciertos sentimientos que, como te digo, a lo mejor a lo largo del día o de las semanas no tengo tiempo de hacer.


'Kintsugi' en la cultura japonesa es amar nuestras cicatrices, no esconderlas sino exhibirlas. Sin ánimo de caer en el cliché, ¿ha tenido un punto terapéutico para ti la composición de este disco?
Mucho, mucho. De hecho, lo llamamos 'Kintsugi' justo porque al acabar el disco me di cuenta de que los primeros temas eran bastante más tristones, tenía muchas cosas que decirme, cosas que aprender de mí mismo, de mirar para atrás y decir si he superado, o no, algunas cosas, cómo hay que canalizar este sentimiento. En el proceso creativo, de repente, al haber escrito ciertas cosas y al haberlo madurado por dentro, llegando a las últimas canciones me di cuenta de que, de repente, había ciertos sentimientos que si bien no habían desaparecido ya los había almacenado en otras zonas, que no dolían tanto. Nos dimos cuenta de que había habido una curación, había habido un 'kintsugi', que aparte de cerrar esa herida lo habíamos hecho de una forma que encima es arte. Por eso yo lo considero oro, le ha dado más valor incluso a esas heridas.

“Al acabar el disco vi que había sentimientos que ya no dolían tanto”


Aunque la esencia y el alma del disco son las canciones, lógicamente, pero hay un papel importante respecto a la portada. Creo que tiene un componente muy familiar...
Sí, muy familiar y muy personal. En esos procesos en los que tú te estás curando, normalmente lo haces con las personas que más seguro te sientes, con amigos y con la familia. Yo, al ver que había salido un proyecto tan personal, que había indagado en heridas de las que prácticamente solo hablaba con mi familia o con gente muy cercana, dije qué mejor que contar con mi madre y con mi tía para acabar de rematarlo, para que todo tuviese ese trasfondo personal, que luego, a la hora de la verdad, a lo mejor el público ni se da cuenta de esas cosas ni les cambia para nada la visión de cómo es el disco, pero para mí a la hora de mirar para atrás en ese proyecto es una forma de decir que estas heridas las curé con mi gente.

Hablas de tu familia, ¿qué papel juegan en tu vida?
Son lo más grande. Yo he sido un chaval que en muchas épocas de mi vida he crecido un poquito apartado de mi familia y de mi gente, pero con el paso del tiempo te das cuenta de que son los que están, son los que de verdad sostienen tu suelo, son la parte sólida de donde pisas. Para mí lo son todo, la verdad.


Dolor, introspección y aceptación final. Esas son las tres etapas que transitas a lo largo del disco. ¿En algún momento has tenido algo de pudor por mostrar algo tan íntimo?
La verdad es que no. Desde muy pequeño escribo y siempre tiendo a escribir de sentimientos, por eso para mí el arte es eso, el momento en el que estás tú contra ti mismo. Luego, a quién le vaya a llegar, quién lo vaya a escuchar casi prefiero ni pensarlo, aunque sí que es cierto que, cuando han salido las canciones, sí que me imaginó a no sé qué persona escuchándolo y digo mierda, va a saber todas mis debilidades. Sin embargo, a la hora de crear lo hago pensando únicamente en ese proceso curativo y en ese proceso de creación que tiene que ser libre completamente.


Este disco no se podría entender sin Japón, incluso en la estética de los videoclips. ¿Fuiste allí ya con la idea del disco o fue el propio contexto en el que te influenció?
Guiamos todo el disco para que se creara allí. Gracias al equipo, que hemos creado nuestro propio sello, entre todos nos dimos cuenta de que un factor común era Japón, tanto en los sonidos como en algunos diálogos que aparecen muy difuminados en varias introducciones y finales de diferentes canciones que son diálogos de películas anime, lo hemos puesto además en japonés. También hay algunos sonidos que hemos metido ambientales y con instrumentos japoneses que nos llevaban inevitablemente a Japón, era la forma de que todo quedase redondo, aparte de que para mí también ese disco representa una época, tanto que cuando yo ya no me veía con una persona con la que había roto, la cultura japonesa era una parte a la que le cogí cariño, fue una de las partes que también me hizo perdonar y perdonarme. En verdad, mirar para atrás y pensar en odio o en sentimientos así que te surgen cuando algo se rompe no tiene sentido, sobre todo cuando en verdad hay tantas cosas bonitas se han quedado en mí después de todos esos años y tantas cosas también se habrán quedado en ella.


Para alguien como tú, criado en Galapagar, que vive en Carabanchel y que viaja a Japón para dar forma a un disco, ¿qué conecta a la cultura de allí con la de aquí?
De primeras, lo más rápido que me viene y lo más directo es que cualquier niño que haya visto dibujos de pequeño prácticamente tienen algo relacionado con la cultura japonesa, ya sea 'Dragon ball' u 'Oliver y Benji'. Sin darte cuenta has estado mamando cultura japonesa, nos hemos criado desde muy pequeños ya viendo esa cultura. Luego si tú mismo has tenido la inquietud de seguir indagando un poco en el anime o en otras cuestiones, como la gastronomía, que a mí me encanta, también nos acaban uniendo. A través de esos dibujos hemos podido ir conociendo cómo se sientan en una mesa a comer, cómo son las casas de allí, cómo es su cultura de respetuosa, también en cuanto a la timidez de sus habitantes y su capacidad de introspección.


Aunque aún eres muy joven, ¿entiendes que este disco sólo podía llegar con un poso de madurez?
Creo que sí. En otro momento quizás habría hecho esas mismas canciones, pero no habría querido darle tanta forma a todo lo que lo rodea. Estoy en una etapa de mi vida en la que me apetece mimar mucho el arte, otras veces he cuidado mucho todo a la hora de escribir y de grabar, pero no me he centrado tanto en cómo lo va a percibir la gente, me apetecía hacer un viaje de llevar al oyente a donde yo quería estar.


¿Te ha sido complicado dar por terminado el disco?
Menos mal que nos pusimos unas fechas para tenerlo acabado, porque cuando entras en el modo creación y encima te rodeas de gente que cree en tu proyecto tanto, sumamos más y más cosas, hasta el punto de que podríamos haber seguido mimando cosas y sacando vértices hacia afuera un montón de tiempo. Realmente hemos hecho un trabajo de no parar y menos mal que nos pusimos un fin o una meta.

En 2015 veía la luz de tu primer disco, 'Una parte de mí'. En ese momento la música urbana tenía relevancia, pero no tanta como ahora. ¿Ha ayudado a dar más visibilidad al rap?
Por supuesto. En aquel entonces, había una industria en España, pero quizás esta música era como algo más marginal por así decirlo. Hoy en día la música que hacemos considero que es una cosa popular ya prácticamente.


Decías en una entrevista en 2019 que el rap no tenía la importancia que merecía. Seis años después, ¿ha cambiado la cosa?
Sí, pienso que ha cambiado, a la vista está: el Metropolitano lleno por Natos y Waor, gente que no han tenido que firmar con nadie, que se lo han hecho ellos solos; otros dos llenos en el Metropolitano hechos por Dellafuente, cantidad de veces que se han llenado las salas de Madrid y de toda España, estadios, JC Reyes también reventó hace poco La Cartuja... Ha crecido todo y se le está dando un poco más de hueco. Pienso que a la hora de la verdad la gente que tiene un poco de peso en la industria, ya no solo de la música sino del arte en general, ya tiene en cuenta nuestra visión, incluso directores de cine cuentan ya con raperos. Yo sabía que era algo que iba a pasar, lo que sucedía es que cuando me hicieron aquella entrevista todavía no había cogido ese peso.

Con nueve años ya escribiste tu primera canción. Supongo que entonces soñabas con dedicarte a la música. ¿Es muy diferente este mundillo a como te lo habías imaginado?
No sé si soy un inculto, pero yo nunca pensaba en que hubiera una parte laboral de la música, te lo juro, hasta hace relativamente poco. De hecho hasta 2015 no me empecé a dar cuenta de que si de repente funciona la música tienes una salida laboral también. Desde muy pequeño siempre he hecho música pensando en que la recompensa que tenían los artistas era esa misma, hacer música, quizás sí a lo mejor el reconocimiento de la gente o que pudiera llegar a más o menos público, pero nunca pensaba que podía ser un camino del que podías vivir; yo veía a los artistas en el escenario y jamás pensé que estuvieran ganando dinero, no sé por qué, nunca me lo planteaba.

Comentarios