La artista toledana sigue de gira con su último álbum’, ‘Vicente’, dedicado a su hijo, con el que trata de demostrar que “no todo es ser número uno”
María Toledo:
“En Japón aman el flamenco por encima de todo; aquí eso no pasa”
Después de seis discos de estudio y una prolífica trayectoria, María Toledo publicaba el que define como “el disco de mi vida”. El nombre, ‘Vicente’, ya pone a cualquier en la pista: está dedicado a su primogénito.
Ahora que ha pasado un tiempo desde el lanzamiento del disco, que ya tienes esa perspectiva. ¿Cuál es tu valoración tanto del proceso de creación como de la acogida que está teniendo?
Es la primera vez que hacemos un lanzamiento primero digital y luego físico. El disco realmente salió el 31 de diciembre en todas las plataformas digitales, fuimos hasta número uno en iTunes en un día tan de villancicos. Sentía que un disco tan especial no se podía quedar en un formato digital, así que decidí sacarlo para el día de la madre como regalo especial.
La respuesta, por tanto, está siendo muy buena.
Estoy muy contenta porque es un disco que siempre soñé, sin hacerlo con pretensiones, de hecho, no estamos sonando en ninguna radio. Aun así, quise grabarlo, porque no todo es ser número uno, ni sonar en radio, esto no es lo importante en este disco. Por eso hemos hecho este disco tan minimalista, con un piano, muy original porque me gusta cuidar los detalles, y donde colaboran los grandes pianistas que han marcado mi vida.
Estamos ante uno de los discos más especiales de tu vida.
Sin duda. Es el más especial porque va dedicado al amor de mi vida, que es él, mi hijo Vicente.
Da la sensación de que la maternidad ha fomentado, más si cabe, tu vertiente creativa.
Cuando eres madre es como que tienes la inspiración a flor de piel. Tengo que reconocer que canto diferente, cuando salgo al escenario canto como dejándome más si cabe el alma, es una sensación muy diferente, pienso que tengo que hacerlo increíble, que cuanto mejor lo haga, mejor para mi bebé. Eso te cambia. Es muy sacrificado, pero luego me da un abrazo y hace que no cambie nada de esto.
También es un regalo para él, cuando tenga más edad, podrá mirar a pasado y verá sus primeros pasos vitales reflejados en un disco.
De hecho siempre le hago también fotos de las entrevistas. El miedo que tengo es que cuando le lleve a la guardería y al cole diga que quiere volver a esa vida de antes. Es un bebé muy nervioso, pero a mí me gusta que tenga esa energía, me siento muy identificada con él, porque yo tampoco soy una tía tranquila, necesito actividad y él es, como yo, un culo inquieto.
Una de las canciones incluidas es un homenaje a otro familiar, ‘Abuelo Bigote’. ¿Quizás es la canción más emotiva del álbum?Cuando la escucho lloro, porque pienso que no sé cuánto durarán mis padres, tengo mucho miedo a la muerte, mucho miedo. Sé que tiene que haber otro mundo, pero en este estoy guay, estoy bien. No me quiero morir y no quiero que se vaya la gente que quiero, pero es ley de vida y por eso quería hacer este homenaje en vida a mis dos pilares, mi padre y mi madre, que son las personas que más me quieren del mundo, porque ahora ya sé lo que se quiere a un hijo.
A nivel musical, te has rodeado de buenos pianistas, de gente a la que admires. ¿Es difícil encontrar a alguien que encaje en tu estilo, a un artista que entienda ese instrumento tal y como tú lo haces?
Es algo muy original, pero si yo canto es porque he bebido de esas fuentes, de los pianistas que me acompañan en este disco, que son más mayores que yo y que me han marcado mi etapa musical. Está mi maestro, el que me enseñó el piano flamenco, que es Pablo Rubén Maldonado. Luego tengo a grandes genios del piano, como Chano Domínguez o Diego Amador, que es el que mejor toca por bulerías del mundo, o Dorantes. Es un privilegio. También están Iván Melón Lewis, que ha tocado con todo el mundo un pianista de jazz que ha ganado varios Grammy, un genio cubano; José María Cortina, que es el precursor de un sonido ‘ketamero’; Álvaro Gandul, que fue el primer pianista con el que grabé un disco.
Bulerías, peteneras... hay varios palos que tocas en el disco. ¿En cuál te sientes más cómoda?
Mi tema favorito de este disco es ‘Prometo’, una nana por bulerías, no es un tema donde haya excesivos giros o fuerza, es un tema aparentemente fácil pero no lo es porque tienes que contener la emoción mientras cantas y el emitir menos voz, no tan fuerte, sino más sutil. Para mí es muy especial este tema, fue el primero que compuse de este disco, el que inició todo. Me recuerda a la nana que me cantaban mi madre y mi tía cuando era chica. Es una mezcla de cosas.
Hay discos que llevan muchos años prepararlos. Aquí da la sensación de que todo se ha gestado en un tiempo determinado relacionado con tu embarazo y la maternidad.
Seguramente hubiese necesitado más tiempo, pero tenía una fecha para salir, que era el 31 de diciembre, porque era el cumpleaños del niño, era un disco concebido para hacerle un regalo. A veces, cuando te dilatas en el tiempo también te demoras mucho; en cambio, cuando tienes la presión de decir tengo que ir ahora, ya, consigues que las cosas salgan y fluyan, no te queda más remedio, si no el disco no sale. Surgió así y estoy muy contenta del resultado.
En este disco has vuelto a tus raíces más flamencas, porque el anterior era un homenaje a las rancheras. ¿Hay algún otro género musical al que te gustaría hacer otro guiño en el futuro
Recientemente he grabado en el último disco de Omar Montes el tercer single, ‘La niña del relojero’. He colaborado con la música clásica, luego estudié en el conservatorio, he hecho también colaboraciones con el mundo del jazz, del latín jazz, mexicanas, porque he colaborado con artistas como Leonel García, de Sin Bandera, también con mariachis de México. Además, también he hecho una pincelada de urbano, aunque yo soy flamenca, he hecho colaboraciones con música iraní porque considero que tienen un giro muy veloz que me venía bien en el flamenco... Son muchas cosas, no sé con qué música me faltaría probar suerte.
Tu música ha traspasado fronteras, ya sea por tu propio sello o también colaborando con otros artistas. ¿Ha sido difícil llegar a sitios como por ejemplo Japón, donde has estado tocando?
Ahora voy a ir a Hong Kong. Fácil no hay nada, pero cuando llegas allí te das cuenta que la gente ama lo que nosotros no amamos demasiado, allí aman el flamenco por encima de todo, y aquí se debería potenciar muchísimo más esta música, tendría que haber una radio fórmula constante de flamenco y programas en la televisión. Mucha marca España, pero luego ponemos la tele y nos encontramos con otras cosas. Vende lo que se promociona, si saliera más el flamenco, vendería muchísimo más.
En 2009 lanzabas tu primer álbum. ¿Ha cambiado mucho tu vida desde entonces?
Sí, ha cambiado. Sinceramente me encuentro mucho más relajada en el sentido de que cuando eres tan jovencita tienes mucha ambición, quieres llegar muy lejos, y ahora mismo me conformo con seguir; tampoco hay que ser tan excesivamente ambiciosa, a veces la vida te va dando, te va llevando, y no se puede vivir obsesionado con el triunfo.
En el flamenco siempre ha estado muy instaurado el debate sobre el purismo. En tus inicios hacías un flamenco que se mezclaba con el jazz. ¿Ha sido fácil abrirte camino o ha habido reticencias por el hecho de tener al piano como referencia y no a la guitarra española.
Había estado en unos concursos del flamenco y me había labrado un futuro, así que no me han criticado porque saben que todo parte del amor al flamenco. Cuando era niña sí que alguna vez me dijeron cosas feas, pero siempre he sido muy luchadora y he tirado para adelante.
Tienes ya una andadura larga, con varios discos y mucho recorrido internacional. ¿Hay algún escenario que aún esté en la lista de deseos?
Me encantaría cantar en el Teatro Real o en el Carnegie Hall, llevar allí mi espectáculo, y sucederá cuando sea el momento, no hay prisa.
El debate de las dificultades para conciliar la vida laboral y familiar está muy abierto. Como artista, ¿es más difícil cuadrar la agenda?
No sería sincera si te dijera que es fácil, fácil no es. Esto repercute en tener que traer a una persona que cuide al bebé, pero aun así, él no se quiere ir con nadie nada más que conmigo. Es muy duro, pero también maravilloso. Mi profesión realmente es un privilegio, no en todos los trabajos pueden permitirse el lujo de poder traer a tu hijo contigo. Dentro del caos, por así decirlo, que te genera la organización está la bendición de poder llevar a tu hijo contigo.