Personajes

Nano Stern:

“La tradición pura sólo existe en las cabezas de esas personas que quieren ejercer una fuerza retrógrada”

Uno de los artistas más reputados de Chile, Nano Stern, actúa este domingo 8 en la Sala Galileo para repasar algunas de sus canciones más emblemáticas. También rendirá homenaje a grandes nombres de la música de su país, como Víctor Jara

Con más de 20 años de carrera, diez discos a sus espaldas y numerosos reconocimientos, quedan pocas dudas sobre la obra de Nano Stern. El artista chileno regresa a España para repasar este domingo 8 de junio en la madrileña Sala Galileo algunas de sus canciones más emblemáticas.

Actuás este domingo día 8 de junio en la sala Galileo. ¿Cómo afrontas este concierto?


Con muchísima alegría, lo primero porque Madrid es una de mis ciudades favoritas del mundo, también por la gente, por los amigos, por los colegas y por el público, que ha sido siempre muy cariñoso. También porque soy consciente del privilegio de tocar en la Galileo Galilei, que es un lugar histórico, particularmente el mundo de la cantautoría, es un lugar por donde han pasado tantos colegas increíbles que es un honor siempre pararse ahí.


No vas a estar solo, vas a estar acompañado por algunas colaboraciones. ¿Cómo de difícil escuadrar la agenda de artistas como El Kanka?
Es una cuestión de suerte, por ejemplo, tengo una historia ya que es como tragicómica con Ismael Serrano, nos hemos invitado mutuamente, no te exagero, 15 veces a conciertos míos acá y de él en Chile y nunca podíamos. Estoy esperando que esta vez sí se pueda, y así con todo, lo mismo con Jorge Drexler. Es un poco del vértigo también no saber con certeza hasta que llegue el momento, lo digo porque me toca estar del otro lado también muchas veces y finalmente es la alegría genuina de compartir, sabes que hay que aprovechar cada vez que se puede.

Vas a tocar tus temas más emblemáticos, supongo que hacer una selección es una labor muy intensa y compleja.
Es difícil con 10 discos ya en el repertorio. Tengo una idea previa de lo que me gustaría mostrar, de lo que estoy sintiendo más hoy por hoy, que siempre tiene que ver con algunas cosas nuevas, algunas canciones antiguas emblemáticas, otras antiguas que voy recuperando y una gran parte en mi repertorio que tiene que ver con los autores que admiro y que son la escuela de donde yo vengo en Chile: Violeta Parra, Patricio Manns o Víctor Jara. Lo bonito de este formato es que voy como cantautor con la guitarra, así que puedo hacerme toda una idea y a última hora cambiar lo que quede, durante el concierto incluso, porque manejo un repertorio grande y voy sintiendo lo que pasa, cómo va la cosa, también un poco la energía de la gente, eso me permite jugar.

A la hora de hacer ese repertorio, ¿cuánto pesan tus gustos personales y cuántos los del público?
Tengo la suerte de que las canciones que le gustan mucho a mi público también me gustan a mí, no tengo drama. Cuando estoy fuera de Chile, que es donde tengo a mis seguidores más militantes por así decirlo, aprovecho un poco para poder hacer otras cosas. Pero, como te digo, no me supone un problema y, por ejemplo, si hubiese alguna canción de las más famosas que un día me da pereza y alguien la pide en el concierto, yo feliz la toco, considero que es una cosa de mínima generosidad con el público, me parecería un poco arrogante negárselo.

He rendido homenaje a diferentes cantautores de tu país. ¿Te habrías dedicado a la música sin la influencia de autores como por ejemplo Víctor Jara?
Creo que sí, porque ya me dedicaba la música antes de conocerlos, pero seguro que en otras direcciones, en otros caminos. Poco a poco se van apareciendo maestros y maestras que te iluminan un poco y te dicen por dónde va la cosa, pero la música, en mi caso, venía de un gusto muy anterior, ya desde casa, de la familia.

En 2022 publicabas un disco, 'Aún creo en la belleza', donde aparecía 'Inventemos un país'. ¿Crees que esa canción adquiere ahora una connotación mayor viendo cómo está el mundo?
Sí,, es lindo cuando pasa eso, afortunadamente por la canción, no tan afortunadamente por el mundo,
 esta voluntad de inventar un país crece. La primera frase de la canción es “vámonos a alguna isla” y siempre pienso que realmente lo que debía haber dicho es “vámonos a la concha de su madre”, pero no queda tan lindo entonces. Además, esa canción surgió de muchas conversaciones con otras personas, con amigos como Omar Camino, con mi pareja de entonces, y sentía que esa energía empezaba a circular, que ese delirio no hacía más que crecer.

Además de la guitarra, tocas otros instrumentos, como el violín. ¿Con cuál te sientes más cómodo?
La voz, sin duda. Es un instrumento que somos nosotros, que es nuestro cuerpo, que hay que cuidarlo de otra manera. Prácticamente en todas las tradiciones musicales que yo conozco la máxima aspiración de un instrumentista es hacer cantar a sus instrumentos. La voz tiene una profundidad expresiva con o sin palabras. En mi caso, se juntan estos dos universos expresivos y se multiplican.

Tu música bebe de una raíz folk, pero a la vez exploras sonidos más contemporáneos. ¿Es complejo ese modo de trabajo?
Si te soy sincero, nunca me ha representado mucho una complicidad, porque parto de la base de una convicción muy profunda de que no existe tal cosa como la tradición pura, sólo existe en las cabezas de esas personas que quieren ejercer una fuerza retrógrada sobre lo que alguna vez fue algo innovador, porque realmente todas las tradiciones que conocemos no nacieron por generaciones espontáneas, todas, sin excepción, son el fruto de la mezcla de dos o más cosas distintas que en algún momento se habrán considerado mezclas poco ortodoxas. No tengo el más mínimo pudor a la hora de mezclar, lo hago de manera consciente, prefiero estudiar, aprender, meterme en distintos universos musicales y de pensamiento y dejar que eso a un ritmo más biológico se vaya explorando. 


Después de tantos discos en tu trayectoria, ¿cuál es el trabajo del que estás más satisfecho?
Todos mis trabajos, si los miro en retrospectiva, les tengo mucha gratitud y gratitud porque era a
l 100% de lo que yo quería y podía hacer en ese momento. Sin embargo, siento que mi trabajo e
n realidad se vive cada día, que los discos que son una cuestión muy nueva en la música, desde su origen hasta hace 70 años era una realidad a la cual muy pocas personas podían acceder. Si hablamos de los años 60 en adelante del siglo pasado los discos son una cuestión de consumo vacío, cuando en realidad el oficio del músico, para mí, está en el encuentro con el público y en el ritual que supone un concierto. No hay ni un disco mío que yo escuche y diga es completamente redondo d
esde mi punto de vista, pero mi energía no está puesta necesariamente en eso sino en decir “bueno, ¿cuál es el próximo concierto?”. Generalmente bajo del escenario con una sensación plena, me cuesta mucho no darlo todo en el escenario, lo que puede suponer un problema porque cuando uno tiene muchos conciertos seguidos donde a lo mejor vendría bien hacer uno al 80%, no puedo. Que alguien se gaste un dinero y horas de su vida en ir a verte merece por lo menos que dar una gran experiencia.

Mirando al presente, ¿qué momento atraviesa la música en Chile?
Hay mucha creatividad, hay muchas cosas distintas, pero también hay un problema: hay una disonancia muy profunda entre la diversidad creativa que existe y el nivel de espacio que se le da a cada cosa en los medios, en las plataformas y en la lógica de la industria musical. Eso es un problema grave que termina por socavar la existencia y la energía de esos creadores. Yo también batallo desde la contracultura, no estoy en el ‘mainstream’ con toda la fuerza de la industria, he huido bastante de eso, porque una vez estuve más cercano a ello y fue muy incómodo, hubo un punto en que muy claramente decidí otro camino más desde la independencia. Uno rápidamente se da cuenta que una gran mayoría de los más grandes artistas que podemos mirar hacia atrás no gozaron ni de masividad ni de éxito comercial. Violeta Parra se terminó suicidando tocando en una carpa donde no iba nadie. Bach, quizás el compositor más grande de la música occidental, no gozó ni de éxito ni de fama ni de dinero e incluso de una precariedad tal que muchas de sus obras nunca las pudo escuchar en el tamaño que fueron ideadas porque no tenía la plata necesaria. Uno tiene que elegir cuál es tu interés, cuál es tu afán, sin volverse loco tampoco.

Un mensaje para el público madrileño.
Que no se lo pierdan, va a ser una fiesta y lo vamos a disfrutar mucho. Como he dicho antes, lo voy a dar todo, particularmente aquí, que es una de mis ciudades más queridas del mundo y con un público muy cariñoso. Además contaremos con un ramillete de invitados y invitadas fenomenal.

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