Personajes

Karim:

“Nos falta encajar mejor, debemos encontrarle cierto gusto al fracaso”

El asturiano lleva hasta el Teatro Arlequín ‘Todo va ir bien... o no’. Este espectáculo, que se puede disfrutar todos los sábados, aúna magia, humor e improvisación

Lleva más de 20 años subido a los escenarios y, lejos de agotar su creatividad, Karim vuelve a reinventarse con ‘Todo va ir bien... o no’, un espectáculo donde mezcla humor, magia e improvisación, siempre con el respaldo de un público que continúa respondiendo a la llamada del genio asturiano.

En la descripción de ‘Todo va a ir bien... o no’ se dice que es un es un espectáculo de algo más que humor. En sus propias palabras, ¿cómo lo definiría?
Es algo más que humor porque entra el componente del tarot, cómo no, está la improvisación y hay un poco de magia. Es tarot pero que la gente no piense que va a venir a que le eche las cartas, es decir, es tarot en clave de humor, la gente va a venir, me va a preguntar por el futuro y yo le voy a decir lo que me dé la gana, porque no sabemos lo que es.

Porque, efectivamente, sale ataviado como un vidente. ¿Cómo surgió esa idea?
Siempre intento hacer comedia con cosas que tengo cerca. Entonces, mi madre era aficionada a echar las cartas y era algo que practicaba conmigo cuando yo era adolescente porque yo siempre quería saber qué iba a pasar con mi futuro. A mí me encantaba aquello. Mi madre me solía decir: “Todo va a ir bien”. Yo me lo creía, aunque luego me fuera rematadamente mal. Recordando aquello, me pregunté por qué no hacía un espectáculo. Las cartas del tarot tienen un poder muy fuerte; aunque la gente no crea, acaba creyendo. Te pongo un ejemplo: aunque tú no creas en el tarot, si yo te echo las cartas y te digo que sale algo relacionado con la muerte, seguro que te vas algo fastidiado.

Hay un vídeo en su perfil de Instagram en el que se ve en una de las funciones a Rappel en el escenario. Podemos decir que los videntes no se lo han tomado a mal este espectáculo.
Rappel es una persona muy elegante. Me puse en contacto con él para invitarle al show porque yo le admiro a nivel personal, más allá de, como he comentado, no es un show de videncia. Vino, lo saqué al escenario y se lo tomó con muchísimo humor. La experiencia fue maravillosa.

Para alguien como usted, que tiene al humor como uno de los ejes centrales de sus espectáculos, ¿le ha condicionado en algún momento esta tendencia de los ‘ofendiditos’?
He decidido ya tirar para adelante, independientemente de si alguien se ofende o no. Me da igual. Lo que ya no hago es echar el freno, yo digo lo que quiero, mi propósito es hacer humor, no es molestar y, si alguien se molesta, no es mi responsabilidad, es la suya.

¿Nos hace falta reírnos más de nosotros mismos?
Sí, claro, nos falta sentido del humor. Al final nos falta encajar, en la vida en general, creo que somos muy malos encajadores, generalmente a la gente le gusta hacer bromas, pero no le gusta nada que se las hagan. Tenemos que aprender a encajar y a convivir con el fracaso, que es uno de los problemas grandes que hay en esta sociedad; ante el mínimo fracaso se desata el caos. Hay que encontrarle cierto gusto al fracaso.

Una de las palabras que más se repite a la hora de definir su espectáculo es optimismo. ¿Considera que está representado o no en su justa medida en la sociedad actual?
El ser humano es una especie que está diseñada para sobrevivir y tirar hacia adelante, que es otra manera de optimismo. Hay que tirar, no hay mucho tiempo tampoco para pararte y lamentarte. En mi caso, soy un optimista reconvertido, era una persona creo que tirando a pesimista y ahora soy más optimista.

En ‘Todo va ir bien... o no’ la interacción con el público es fundamental. Cuando saca a alguien al escenario, no deja de ser una moneda al aire. ¿Cómo lleva esa incertidumbre?
Es lo que más me gusta, porque me pone a prueba a mí también. Me obliga a escuchar, porque lo más bonito que te puede decir un espectador es “qué bien improvisas”, ahí te está demostrando que se siente especial, que ese día ha sido un show diferente y que forma parte de algo único. Cuando tú haces algo distinto a lo habitual, al público le gusta mucho y es cuando realmente noto la conexión con ellos.

Después de tantos años en los escenarios y el paso por tantas ciudades, ¿percibe los momentos en los que cuesta conectar con el público?
Sí, pasa mucho, sucede habitualmente. El otro día actué en Galicia, y el público gallego es maravilloso, muy agradecido, pero es gallego. Ya se sabe que cuando le preguntas a un gallego te contesta de una manera tan abierta que no sabes interpretarlo. Cada público es diferente y eso es una riqueza que también que disfruto. En este sentido, creo que el mejor público que he tenido es el americano. Una vez actué en Los Ángeles y cuando terminé se me acercó un matrimonio que me dijo: “Gracias por dedicar tu tiempo a entretenernos”. Aquí, en España, lo que te suelen preguntar si vives de esto, deseándote mucha suerte (entre risas).

Se formó como mago en la escuela de Juan Tamariz. ¿Cuál fue el mayor aprendizaje?
La psicología aplicada a la magia. Juan habla mucho de la captación de atención, de cómo mantener a un público siempre pendiente de lo que estás haciendo, cómo utilizar el cuerpo, la voz, la mirada y las manos incluso, para la comedia es muy importante qué haces con las manos, con tus pies, con tu voz, cómo tiras hilos invisibles al público para mantener su atención. Es más interesante la parte teórica que la parte práctica de los trucos en sí.

¿Cuál es el truco o chiste que nunca le falla?
No sé si nunca me falla, pero siempre empiezo diciendo: “Hola, soy Karim, es mi nombre verdadero, es un nombre muy bonito, lo que pasa es que no puedo montar en avión”. Eso lo primero que digo siempre y me sirve para quedarme tranquilo, además de mandar un mensaje a los espectadores: yo voy a hacer esto, vosotros veréis si os gusta o no.

¿La anécdota más divertida que le haya pasado en alguno de sus espectáculos?
Me parece divertida ahora, pero en ocasión sucedió algo muy fuerte: me dispararon con una pistola de fogueo de nueve milímetros. Me quedé momentáneamente ciego. Tenía un juego de magia que incluía una pistola. Se la di a un señor, quien me disparó inmediatamente. Era un evento de empresa de seguros y, como te decía, me quedé ciego, incluso llegué a temer que no volvería a ver nunca más. La gente empezó a reírse, creían que estaba preparado, tuvimos que parar la actuación. Como media hora después, y tras usar colirios, me recuperé. Después, el director de la empresa me comentó que, si se lo hubiera comentado previamente, me habría dicho que para ese número no sacara a esa persona porque “no estaba bien de la cabeza”. Ahora me río, pero en ese momento la verdad es que fue muy angustioso.

También se ha formado en sociología y como ‘coach’ ¿Qué aportan esos conocimientos a la hora de preparar un espectáculo?
Tampoco quiero parecer pedante, pero trato de no emitir juicio a mis espectadores. Antes juzgaba muy rápido a la gente. Al final mi trabajo es como el de un camarero, cuando alguien viene y te habla le tienes que hacer el escáner rápido para ver por dónde lo abordas. Ahora pienso que muchas veces hay gente que reacciona de una manera que a lo mejor a mí no me gustaría, pero que puede deberse a que esté nervioso, a que sea muy tímido o a que le haya pillado desprevenido. Por eso trato de no juzgar.

Después de tantos años de experiencia, ¿hay algún lugar o ciudad donde aún tenga pendiente actuar y le haga especial ilusión?
El 9 de enero voy a estar en el Teatro de la Laboral, que es mi ciudad, son 1.200 localidades, y es un reto importante para mí. Llenar 1.200 localidades en mi ciudad es algo especial. Así, como sueño, siempre me hubiera gustado también tener una función en el Teatro Real, pero es una cosa más freak mía, porque me gustan mucho los teatros antiguos.

Además de ‘Todo va ir bien... o no’, también tiene en cartel ‘Solo para adultos’, un espectáculo que lleva seis temporadas y que han visto más de 50.000 espectadores. ¿Qué siente cuando escucha esas cifras
No me paro a pensar mucho en eso, la verdad, lo que sí es cierto es que estoy disfrutándolo de otra manera distinta, sin tanta presión. Ese espectáculo ya funcionó mucho, ya dio mucho de sí y ahora lo estoy disfrutando un montón. Es como el grupo de rock que decide hacer una última gira. Lo estoy disfrutando absolutamente. Ahora estoy muy centrado en este nuevo espectáculo porque tiene que ir bien para que no me embarguen la casa, pero en ‘Solo para adultos’ disfruto una barbaridad cada vez que lo hago, no pienso cuánta gente ha venido al teatro.

Viendo en global su trayectoria, y jugando con el nombre de este nuevo show, da la sensación de que todo le está saliendo bien.
Sí. Creo que todo va a ir bien y, aparte, si no va tan bien eso sirve para aprender cosas y se acaban incorporando a lo próximo que venga.

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