El periodista manchego presenta ‘Nocturnos’, un libro en el que recopila casos donde el misterio y la psicología abordan la relación del ser humano con la oscuridad
Javier Pérez Campos:
“La noche activa nuestros mecanismos más primitivos de supervivencia”
La oscuridad siempre ha sido terreno fértil para el misterio. En ‘Nocturnos’ (Planeta, 2025), el periodista y escritor Javier Pérez Campos, conocido por su trabajo en Cuarto Milenio y por títulos como ‘Los ecos de la tragedia’ o ‘Immaturi’, se adentra en quince historias reales marcadas por la noche: ese espacio donde los miedos se amplifican y las fronteras entre lo racional y lo inexplicable se difuminan.Con más de 450 referencias bibliográficas y dos décadas de investigación, ‘Nocturnos’ es tanto una exploración de lo paranormal como una reflexión sobre nuestra relación ancestral con la oscuridad. Conversamos con su autor sobre el proceso, las historias que lo marcaron y el magnetismo inagotable de la noche.
Su nuevo libro, ‘Nocturnos’, ve la luz en 2025, pero cuenta que son historias que lleva investigando desde hace veinte años. ¿Cuándo empezó a dar vueltas a la idea de recopilarlo todo en un libro?
La idea surge después de publicar ‘Immaturi’, mi último trabajo, sobre la creencia en los fantasmas de niños desde la antigüedad y cómo se les había tratado de forma diferente. Empecé a hilvanar algunas historias que también me interesaban y me di cuenta de que el hilo conductor era la noche. Todas tenían que ver con la oscuridad y con personajes que actuaban en ese momento del día. Entonces entendí que debía rendir homenaje a la noche, ese escenario en el que tantas horas he pasado investigando.
“Quería rendir homenaje al escenario en el que he pasado tanto tiempo”
Con tantas horas de trabajo y más de 450 referencias bibliográficas, ¿estamos ante el libro que más esfuerzo le ha requerido?Seguramente sí, al menos a nivel documental. He tenido que buscar legados históricos del siglo XVIII, consultar hemerotecas de todo el mundo, archivos de Alemania, recortes de prensa de Estados Unidos... Internet me ha permitido documentar casos desconocidos y aportar datos nuevos sobre otros más célebres. Así que sí, es el libro que más trabajo me ha llevado en ese sentido.
Son quince historias divididas en cuatro partes. ¿Qué criterio siguió para estructurarlas?
El libro propone atravesar la noche, no solo de forma metafórica, sino también literal. Para ello utilicé los términos con los que San Isidoro de Sevilla dividía la noche, como ‘véspero’ o ‘gallicinio’. Cada sección avanza hacia el amanecer. Así, los capítulos se relacionan con las horas en que ocurrieron los hechos o actuaron sus protagonistas. Por ejemplo, en el ‘crepúsculo’ sitúo el caso de John Wayne Gacy, que salía al anochecer a cometer sus crímenes.
¿Cuál de estas historias le ha impresionado más?
Probablemente la del jinete sin cabeza. Siempre me fascinó el relato de Washington Irving, inspirado en un hecho real ocurrido durante la batalla de White Plans. Al investigar, descubrí que el pueblo de North Tarrytown cambió su nombre en 1996 a Sleepy Hollow para rendirle homenaje. Pero también encontré otro caso real de un jinete sin cabeza en la frontera entre México y Estados Unidos a finales del siglo XIX. Se trataba de un forajido mexicano decapitado por los rangers de Texas, cuyo cuerpo fue atado a su caballo y cabalgó durante días, causando el terror. Es una historia con ramificaciones reales, un crimen y una gran dosis de misterio.
Algunas de esas historias transcurren en Norteamérica, pero también hay otras ambientadas en España, como las de ‘Los veladores’ o ‘La sombra’. ¿Esa cercanía geográfica le ha permitido indagar más?
Sí, esa proximidad me permitió ir al terreno, hablar con testigos y conocer bien los lugares. En Villarrubia de los Ojos, por ejemplo, se habla de unos monjes espectrales que cruzan la carretera y hacen detener los coches. Yo mismo entrevisté a personas que aseguran haberlos visto. Lo interesante es que ya Cervantes parodió estas comitivas en el Quijote, lo que demuestra la antigüedad de estas leyendas.
Uno de los capítulos más impactantes es ‘La luz’, donde aborda el caso de la montaña de Jólat Siajil. ¿Es el caso que más le ha marcado en su carrera?
Es uno de los casos más obsesionantes que he investigado. Diez montañeros murieron en 1959 en los Urales, en circunstancias inexplicables: huellas de huida, ropa intercambiada, heridas traumáticas, una de las víctimas sin lengua... El investigador oficial vinculó las muertes a unas luces vistas en el cielo. Personalmente creo que pudo haber pruebas radiactivas secretas, quizá algo que no debían haber visto. Es uno de los grandes enigmas de la Unión Soviética.
En otro capítulo, ‘La voz’, incluye un código QR con una grabación de un exorcismo. ¿Sigue conviviendo con el miedo después de tantos años de trabajo con estos temas?
Me alegra no haberme insensibilizado, porque significa que sigo emocionándome con las historias. Escribí ‘Nocturnos’ exclusivamente de noche, y a veces me costaba conciliar el sueño después. Las voces que aparecen en el libro, como la de Anneliese Michel, la joven alemana que murió durante un exorcismo, son realmente sobrecogedoras. Escuchar esos audios es una experiencia fuerte, solo para lectores valientes.
”Me alegra no haberme insensibilizado, porque significa que sigo emocionándome con las historias”
Después de explorar tantas historias ligadas a la noche, ¿qué conclusión extrae sobre su papel en estos hechos?
Creo que la noche es el estado en el que estamos más alerta. En la antigüedad era el momento en que los depredadores cazaban y nosotros éramos presas fáciles. Ese instinto de vulnerabilidad sigue dentro de nosotros; por eso percibimos los sonidos y las sombras de un modo distinto. La noche activa nuestros mecanismos más primitivos de supervivencia, y eso explica por qué tantas historias inquietantes ocurren en ella.