Personajes

Lucía Rey:

“El jazz español está en un gran momento, pero necesita más visibilidad”

La pianista y compositora de jazz presenta este viernes 4 de abril en el Café Berlín su último trabajo discográfico, ‘Nómadas’

Recién aterrizada prácticamente desde Guatemala, donde has dado dos conciertos. ¿Qué balance haces de esos conciertos?
Ha sido una maravilla, porque el Festival de Guatemala es muy lindo, lleva bastante tiempo para lo que es el tejido cultural de ese país. Tiene mucho mérito que siga este festival en el que apuestan por artistas internacionales. Para mí ha sido muy especial porque iba a piano solo, pero he invitado a colaboradores, a artistas de allá. Para el primer concierto invité a una cantautora guatemalteca muy joven que se llama Laura Tofano; a un percusionista nicaragüense afincado en Guatemala, Antonio Arce; también había una artista que pintaba a la vez que tocábamos, se llama Momo. De cara al segundo concierto, en Ciudad de Guatemala, tuve la gran suerte de poder invitar a uno de los grandes músicos de ese país es Germán Giordano, un guitarrista maravilloso y una auténtica eminencia allá, además de Antonio Arce. Se puede decir que hecho una banda en Guatemala, y ha sido muy bonito, la verdad. Me gusta hacer ese intercambio, invitar a artistas locales para darle otra dimensión.

Esos conciertos pertenecen a la gira de presentación de tu último disco, ‘Nómadas’. Por los sonidos plasmados, da la sensación de que no podrías haberlo creado sin haber conocido otros países y culturas.
Siempre me he considerado una persona muy nómada desde pequeña porque he viajado mucho, al principio por el trabajo de mi madre. Eso siempre está en mí. Cuando vas a un sitio te quieres impregnar de la cultura, de la sonoridad, de cómo hacen allí las cosas, de cómo tocan. Me interesa mucho lo que está en el disco, el viaje sonoro desde el encuentro de Oriente con Occidente, que en mi imaginario está donde la Ruta de la Seda. Todo ello se escucha el disco, que empieza con un tema, ‘Siran’, para recorrer todo el Mediterráneo, algún paso por el Atlántico para volver al norte de Marruecos y regresar otra vez a Oriente. Algunos de esos lugares los he recorrido personalmente, otros están en mi imaginación, pero se puede decir que es de lo que me he impregnado estos años, no solo de jazz sino de músicas de todo el mundo porque, por ejemplo, toques de flamenco, de latin jazz, de música mediterránea... Todo está presente en el disco.

En tu anterior trabajo, ‘Reflexion’, se percibe también esa esencia multicultural, pero, ¿consideras que has ido un paso más allá con ‘Nómadas’?
Sí, realmente así lo siento, ha habido una evolución muy bonita. Para hacer un disco tengo que contar algo, haber encontrado algo que me haga sentir que merece la pena esta inversión de tanto trabajo que siempre conlleva la creación de un disco. Creo que ahora estoy en un momento en el que me escucho mi voz, que soy yo. Hay una narrativa en la evolución de mi música, tengo una sonoridad propia, aunque dentro de la fusión que hago, que algunas veces puede ser latin jazz o flamenco jazz, mientras que otras veces mi música puede tender más a lo contemporáneo, sin dejar de lado las influencias de la música clásica. Sé qué es lo que quiero, sonar como ahora mismo. Por supuesto tengo que seguir evolucionando, aprendiendo y mejorando, como todos.

Partiendo desde el jazz, vas haciendo incursiones en otros estilos, como sucede en ‘Colombianas gaditanas’, donde te acercas al flamenco. ¿Sientes que hay un aire nómada en tu forma de ver el jazz?
Sí, totalmente. Creo que el jazz se ha nutrido siempre de las músicas de raíz, del folclore, ha salido también de la calle, aunque le hemos ido dotando de cierto academicismo, que está muy bien. Por eso tiene tanto que ver el blues con el flamenco, tienen esa esencia de querer contar cosas, reivindicar y, a la vez, improvisar. Tienen mucha esencia de la música de raíz y, claro, la música de raíz es nómada porque es de diferentes culturas.

“El blues y el flamenco tienen mucho que ver, una esencia, reivindicar y, a la vez, improvisar”

Tienes una dilatada formación, también bastante experiencia sobre escenarios nacionales e internacionales. ¿En qué momento se encuentra el jazz en España?
Creo que está en un momento superbonito y muy talentoso, hay muchísima gente muy buena haciendo un gran jazz, además lo hacen buscando un voz propia, que es es muy importante, utilizando nuestros recursos, que es la influencia mediterránea. Hay un gran nivel de jazz en España y eso se nota a nivel mundial, de hecho se puede decir que hay una especie de marca España muy interesante. Estuve en septiembre en Nueva York y con las escuchas de mi disco me decían que hay algo muy especial en el jazz de aquí.

¿Hay escaparates suficientes para mostrar todo su talento?
Ese es el problema. Hay mucho talento, hay gente muy buena, pero creo que hay poca visibilidad, pocos lugares para mostrarlo y, sobre todo, hay poca ayuda promocional. Comprendo que a alguien que le preguntes por el jazz no sepa qué es; tienen que acercarte la música, porque si en la radio siempre suena lo mismo, es lo que acaba gustando. Si pusieran más diversidad, promocionando a artistas de aquí que tienen una gran calidad, con un discurso bueno y una narrativa bonita, el jazz también acabaría gustando. Los oyentes por sí mismos no se van a acercar si no se ayuda un poco a la creación. Creo que hace falta que se promocione la música original, y no hablo solo del jazz, en otros géneros pasa lo mismo.

Volviendo a tu trayectoria, ¿en qué momento descubriste que realmente te ibas a focalizar en el jazz?
Siempre había escuchado jazz, aunque yo venía de formación clásica, de conservatorio clásico, pero cuando era adolescente sentía que necesitaba expresarme de otras formas, me juntaba con gente que tocaba pop y no sabía acompañarles. Entonces, poco a poco sentí que el jazz era una llave que me abría un mundo infinito de posibilidades y de conocimiento de otras músicas, porque, gracias al jazz, que académicamente tiene la armonía y la melodía con la improvisación tan a mano, que puedes entender muchísimos otros tipos de música. Cuando llegué a Madrid, con 17 o 18 años, fui a las ‘jam sessions’ del Café Berlin y escuché latin jazz. Fue un flechazo instantáneo, un enamoramiento. No había visto esa fuerza musical de improvisación nunca, así que me enamoré totalmente del jazz y empecé a compaginar su estudio con el conservatorio clásico.

“Me enamoré totalmente del jazz en un ‘jam session’ en el Café Berlín”

¿Crees que si hubieses optado por otro instrumento diferente del piano, tan representativo del jazz, habrías llegado también a este género?
No lo sé, creo que el piano es muy versátil y se adapta muy bien a muchos estilos, tiene ese don. Quizás por ello igual también habría acabado llegando al jazz porque mis instrumentos preferidos, además obviamente del piano, son el contrabajo y la batería, así que se puede decir que el camino era, sí o sí, el jazz.

Comentabas en una entrevista anterior que el Café Berlin es un sitio muy especial para ti. ¿Cómo vives ese paso de haber estado primero allí como público y subirte ahora a ese escenario?
Para los músicos que nos hemos asentado en Madrid, el Café Berlín es un referente, es un lugar especial. Cuando iba a ver conciertos allí soñaba con estar subida a ese escenario, y ahora que llevamos años presentando y construyendo nuestros proyectos, es un lugar para nosotros emblemático, que siempre nos ha abierto las puertas, que siempre apuesta por los proyectos locales, nos da un espacio, y eso tiene mucho valor. Es un sitio a nivel cultural a tener muy en cuenta y a cuidar, es un sitio donde pasan muchas cosas y muy reconocido a nivel internacional.

En relación al concierto de este viernes 4, ¿qué planes tienes? ¿Irás a trío como en giras anteriores o se van a dar cita los músicos que han participado en ‘Nómadas’?
Para este concierto voy a ir a quinteto, un formato con el que estoy dando los últimos conciertos, aunque normalmente vamos a trío o a cuarteto. Esta noche vamos a estar Juan Carlos Aracil a la flauta, que también ha grabado en el disco y que es un maestro, Ander García en el contrabajo, Alberto Brenes en la batería y Marina Hayedo en las voces. A lo mejor también habrá alguna sorpresa.

Decíamos anteriormente que vienes de tocar en Guatemala. Has pasado por otros muchos países. ¿Ha sido difícil abrir esa ventana internacional?
Siempre hay una barrera porque, aunque en las redes ahora se promociona todo, hay diferencia de booking y de agentes. En principio sí costó abrirme camino, pero, por ejemplo, para la gira de Argentina y Uruguay me llamaron ellos. Por un lado sí creo que es difícil llegar, pero en otros lugares se da de manera más natural. Dependiendo del lugar, de la suerte, de las referencias que tengan, de si te conocen o no, hay más posibilidades de que te llamen, pero igualmente creo que debería haber más promoción internacional de la que actual, hay mucho talento y se deberían gestionar más encuentros, si no es complicado ponerse en contacto con agentes de otros países.

De todos esos viajes, ¿hay alguna anécdota graciosa que destaques
Hay mucha. Una vez en Argentina íbamos de gira dos grupos. El batería de uno de ellos no llegaba al lugar donde íbamos a tocar, estábamos todos muy preocupados, no cogía el teléfono, pensábamos que le había pasado algo. Finalmente llegó a tiempo de tocar. Le fueron a atracar, pero resulta que él es cinturón negro, algo que avisó a los atracadores, pero al no hacerle caso noqueó a uno de ellos.

Con una carrera tan prolífica como la que te estás labrando habrás podido ir cumpliendo objetivos, pero, ¿cuál es el gran reto que te queda por alcanzar?
Me encantaría, como siempre, ir a los mejores festivales para compartir mi música, pero también que cada vez más gente joven venga a nuestros conciertos porque les va a encantar, estoy segura; hay naturalidad, espontaneidad, no hay dos conciertos iguales y, sobre todo, el público tiene un lugar protagonista. Por todo ello creo que es muy bonito y que la gente joven que se acerque al jazz le va a encantar. Es lo que necesitamos ahora, cosas espontáneas, más reales.

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