El flamante ganador del Premio Planeta habla sin tapujos de las reacciones al galardón. Confía en que la novela llegue al público por “su verdad y emoción”
Juan del Val:
“No he huido de las críticas, todo me parece bastante previsible”
Polémica y Premio Planeta es un binomio que surgió en 2021 cuando se conoció la identidad de Carmen Mola y que creció aún más cuando en 2023 se coronó a Sonsoles Ónega, aunque nada comparado con lo acontecido en la edición más reciente. Además de analizar las críticas recibidas, Juan del Val nos cuenta las interioridades de ‘Vera, una historia de amor’.
Han pasado semanas desde la gala del Premio Planeta. Con tanta promoción, ¿ha logrado asimilarlo?
Sí. Casi desde el primer momento decidí disfrutarlo. No quería que pasara el tiempo sin vivirlo conscientemente. Desde esa misma noche decidí buscar todo lo positivo que esto tiene y la oportunidad que supone. Sí, soy consciente de la importancia del premio y la estoy disfrutando.
¿Cómo lleva todo el ruido posterior? ¿Ha puesto distancia respecto a las críticas?
No, no he puesto distancia, soy consciente de ellas, las he visto. No suelo huir de mí mismo. Me parece todo bastante previsible, la verdad, está siendo como lo esperaba, nada está siendo realmente extraordinario. Soy consciente de lo que supongo, de lo que le provoco a determinadas personas, a unas para bien y a otras no tanto.... Me tenían que dar por mí mismo, por el programa en el que trabajo y por el grupo editorial con el que publico; lo asumo. Este es un premio a una novela que, en el 99% de las críticas, no se había leído porque aún no era posible. Una vez que está a la venta, a unos les gustará y a otros no, como sucede con todas las novelas de la historia de la literatura, y la mía no va a ser diferente.
¿Cree que la valoración sería diferente si se leyera sin saber quién es el autor?
Una cosa es el lector y otra los críticos; a veces coinciden y a veces no, algo que también es para reflexionar. Esta es mi séptima novela y hasta ahora me ha ido muy bien con los lectores, ha gustado a mucha gente lo que escribo. Ojalá el premio me permita llegar a más gente. Eso es lo que verdaderamente me importa: que quien lea mi novela se divierta, se entretenga, y reflexione. Me lo tomo muy en serio, le pongo mucha alma a esto. Si publico una novela, tengo que estar expuesto a las críticas, igual que cuando salgo en televisión. Algunas vienen muy dirigidas, pero me da igual.
“Esta novela gustará a gente y a otra no, como ha sucedido siempre en la historia”
¿Cuál fue el germen de esta historia?
La intención inicial, dentro de que luego todo cambia bastante, era contar una historia de amor entre dos personas muy distintas por edad, condición, estrato social y biografía, que se pudieran juntar y construir una historia de amor que fuera bonita, con todas las dudas que eso pueda generar. A partir de ahí se va hablando de amor, desamor y el deseo, no solo en esa pareja, que son los principales protagonistas, sino amor de hermanos, entre madre e hijo... en todas las direcciones. Aunque hay momentos duros, creo que la novela es esperanzadora.
¿Cree que muchas mujeres se verán reflejadas en Vera y su matrimonio vacío?
Estoy convencido. Me interesan mucho las mujeres en ese momento en el que todo parece que está apagado, pero sienten un impulso o una intuición de que algo tiene que cambiar en esas vidas vacías, algo que también se puede ver en los hombres, que quizás también se sientan identificados con lo que le pasa a Vera.
El deseo femenino es central en sus novelas. ¿Le resulta difícil abordarlo?
No, me siento cómodo además. Me parece que el deseo es muy importante, es el motor de muchas cosas. El deseo y su ausencia nos definen a cada uno de nosotros sobre cómo somos y el momento que atravesamos. Me gusta escribir sobre deseo y sexo porque nos explica. No es gratuito. Y ponerme en la piel de una mujer me resulta cómodo.
A medida que avanza la novela, Vera protagoniza momentos llenos de erotismo. ¿Cómo de fina es la línea que lo separa de caer en lo burdo?Es algo que sí miro. Te tienes que quedar alejado de lo cursi y sin entrar en lo pornográfico. Hay que quedarse en medio: si te vas hacia lo pornográfico queda soez; si te quedas en lo cursi pierde fuerza.
Habla también de libertad femenina en esta novela. ¿Es el amor el único territorio donde existe de verdad la libertad?
Debería ser así, pero es algo que no ocurre siempre, y es una pena. A veces el amor tiene más que ver con lo contrario a la libertad, casi se parece más a una cárcel. En el caso de Vera, sí va en busca de su libertad. Cuando empieza a arriesgarse, a vivir fuera del confort, a experimentar cosas en las que se puede empezar a sentir distinta, se acaba convirtiendo en alguien mucho más libre de lo que era.
¿Tiene fecha de caducidad el amor?
(Se toma unos segundos para meditar la respuesta). Creo que el enamoramiento, que no es exactamente el amor, sí tiene fecha de caducidad, puede durar una hora o 30 años, no lo sé. El amor es otra cosa, también puede durar una hora pero puede permanecer toda la vida querer estar con alguien que te produce sensaciones bonitas. Eso sí puede durar eternamente. No estoy nada de acuerdo en considerar que el fin de una relación sea un fracaso. El amor puede ser resplandeciente y que se acabe pasado un tiempo; esa historia puede merecer mucho la pena, aunque termine. Ese error nos hipoteca a cosas feas.
¿Por qué la elección de Sevilla y ese ático donde se instala Vera?
Sevilla me parecía interesante, es una ciudad ideal para contar pasiones y verdad. También tiene una parte un poquito rancia respecto a la alta sociedad sevillana que me venía bien para ciertos aspectos de Vera. El ático simboliza una mirada distinta de la finca donde viene, desde las alturas. En su caso, curiosamente, menos metros significan más libertad.
Para el marqués, la ruptura matrimonial no supone un gran drama. En esa separación todo es más sencillo porque no tienen hijos. ¿Era algo que tenía claro desde el principio para no desviar el foco?
En la novela se explica por qué sucede esto. Con hijos la historia habría ido en otra dirección, quizás Vera tendría que haber estado más pendiente de sus hijos. El marqués se confía, y cuando llega, lo hace tarde para retener a Vera. Él está en otras cosas, no se toma en serio lo que le está pasando a Vera. Al llegar tarde, se enfada.
¿Tiene algo de usted el personaje de Antonio?
Sí, pero en mi caso no es algo que surja inconscientemente. Siempre estoy en todos mis personajes, pero Antonio, de forma premeditada, tiene mucho parecido a mí. Es más joven que yo, probablemente también más guapo, pero tiene algo de esa supuesta seguridad y una biografía similar a la mía. Lo he descrito así porque me era cómodo explicar de dónde viene esa seguridad con las mujeres. Ya que iba a construir un hombre para Vera, quería uno que pudiera tener similitudes conmigo, aunque evidentemente no soy yo, es ficción.
Dentro del elenco de personajes, ¿el de Gabriela tiene como objetivo dar más luminosidad a la novela?
Es una especie de contrapunto, quiere profundamente a Vera, esto es importante. Son muy distintas en cuanto a formas. Tiene una herida que afronta desde el optimismo y la risa, un lugar que deberíamos visitar más de lo que lo haccemos. A veces es demasiado superficial, pero es un personaje al que tengo cariño, igual que a Diego y a Alba.
“No es gratuito que escriba sobre el deseo, es un motor, algo que nos define”
A partir del personaje de Gabriela, ¿qué valoración hace del rencor y del perdón?
El rencor impide la felicidad. No es un buen sitio, procuro no tenerlo en mi vida, es una decisión personal porque no compensa. Creo que cuando alguien quiere herir es porque le pasa algo, de lo contrario no lo haría. No soy rencoroso, no me gusta estar ahí.
Dentro de diez años, ¿qué debería recordarse de esta novela, más allá de todo el ruido y la polémica?
Es un libro que entretiene y que te puede hacer llegar a reflexionar. También hay algo que me gusta relacionado con la emoción. Hay dos momentos clave en este sentido que explican muchas cosas: lo que le sucede a Diego y la reconciliación entre Antonio y su madre. Creo que esas dos historias perdurarán.
¿Qué le sorprende más de las reacciones de los lectores?La novela acaba muy bien, pero no por lo esperado, y ese final abierto, que me gusta mucho, está siendo interpretando muy diferente por los lectores. Me parece curioso que la novela se vaya quedando en la cabeza, que suceda algo en la vida real y caigas en la cuenta sobre algún punto que en el momento de la lectura no habías contemplado.
¿Descartamos a Vera para una otra novela, o puede haber una segunda parte?
No me gustan las segundas partes. Quizá recupere a Gaby o a Alba en alguna otra historia, porque son dos personajes que podrían seguir caminando. Hay veces que en anteriores novelas, como funcionaban muy bien, la gente me sugería sacar una segunda parte, pero es algo que no me gusta, las novelas las cierro y me tengo que ir a otra. De momento vamos a disfrutar de esta y de todo lo que ha sucedido.