Juan Carlos Fisher dirige una obra con un reparto de altura: Alicia Borrachero, Elena Rivero, Itzan Escamilla y Fran Perea. Se puede ver de martes a domingos en Teatros del Canal hasta el domingo 20 de abril

Fran Perea:
“Nuestra sociedad quiere manipular hasta lo más puro”
Con la confianza que otorga haber recibido una buena respuesta por parte del público, ‘El efecto’ llega ahora a los Teatros del Canal. Su director, Juan Carlos Fisher, adapta un texto de Lucy Prebble en el que se mezclan amor, ciencia y ética, todo ello de la mano de un reparto que integran Alicia Borrachero, Elena Rivera, Itzan Escamilla y Fran Perea.
¿Cuál fue vuestro primer acercamiento al texto original de Lucy Prebbel?
Itzan Escamilla: Yo a raíz de la obra, no lo conocía previamente.
Elena Rivera: Yo igual, no sabía nada del texto original. Es cierto que luego ha habido más versiones, que la misma autora ha ido afinando un poquito más.
Fran Perea: Creo que se estrenó en 2012. Yo tampoco lo conocía, aunque luego, cuando lo comenté con algunos amigos, me dijeron que era realmente buena, la habían visto en Londres y en otros lugares.
Una vez que estáis trabajando el texto, ¿visteis montajes previos o preferisteis centraros en lo que desprendían vuestros personajes?Fran Perea: Yo no he visto nada, no me gusta.
Elena Rivera: Creo que eres el único que no ha visto nada.
Itzan Escamilla: Yo lo he visto muchas veces, me ayuda mucho. Por supuesto, es necesario mantener una distancia con el montaje que han hecho otras personas porque no somos esos actores o actrices, no tenemos esos idiomas, ni culturalmente somos lo mismo, pero, sabiendo mantener esa distancia, sí que me ayuda a entender qué decisiones acertadas han tomado ellos y cuáles han descartado que yo pueda adaptar; me ayuda a ver el cuadro general. Quizás donde más me ayuda es en esa seguridad de ver qué han hecho otros y tener esa confianza, saber que sí funciona. Prefiero hacerlo.
¿Qué ha sido lo más complejo a la hora de llevar vuestros personajes al escenario?
Elena Rivera: En mi caso, darle alma porque es un texto muy rápido, es muy preciso, tiene un tempo muy marcado, vas viendo que pasan muchas cosas pero hay que ir rascando, saber por qué dice cada frase, de dónde viene, si mi personaje lleva una mochila por vivencias anteriores. Para mí el resto ha estado ahí, buscarle la humanidad, el alma, el por qué esta chica está en este ensayo, qué hace, de dónde viene... Luego ha sido fácil una vez ya hemos entrado los cuatro, te miras a los ojos y vas entendiendo mejor todo. Hay un momento en concreto que mi personaje se entiende muy bien desde el minuto uno en el personaje de Alicia, casi hay veces que se ve reflejada, tienen mucha confianza en ese sentido. Entonces, desde ahí ya le vas dando mucha humanidad, como también sucede por la relación con el personaje de Itzan, desde el minuto uno hay muchísima afinidad entre los dos. Como espectador vas de la mano en el viaje que realizan estos dos personajes juntos a lo largo de este experimento.
Se puede decir que hay cierto paralelismo entre la relación que experimentan los supervisores y los enamorados. ¿Cómo lo habéis trabajado?
Fran Perea: Se puede decir que yo he tenido un trabajo más solitario, quizás más con Alicia. Lo que más me ha costado es que mi personaje es muy técnico, mientras que yo soy muy apasionado. Para mí eso es lo que ha supuesto un mayor reto, trabajar más aislado y la parte técnica.
Elena Rivera: Sí, es una función muy técnica también, porque la atmósfera es muy importante. El director, Juan Carlos Fisher, ha hecho una gran apuesta por la iluminación y la música, que ayudan a la historia, al final son también herramientas narrativas. Los últimos días de ensayo, incluso cuando entramos en el Teatro de Avilés, teníamos que estar muy concentrados en lo que hay que contar de tu personaje, pero a la vez teníamos que estar en alerta porque, como digo, es muy técnico, en determinados momentos están la luz y la música. Esta función es muy sensorial.
Alicia Borrachero: Cada función es un universo. Una de las cosas para mí muy claras en este proyecto es que el director tiene muy claro ese universo, y ya desde los ensayos, aún sin todo lo que íbamos incorporar más adelante, quedó muy claro el viaje que se iba a proponer,en cuanto a lo sensorial y la agilidad, es decir, él tenía muy claro lo que quería hacer. Para mí, eso como actriz me da muchísima seguridad, otra cosa es tu proceso como actor, que no se acaba jamás, cuando el tiempo es limitado, uno llega hasta donde puede. Para mí lo más importante siempre es eso, tener claro qué es lo que quiere el director, qué imagina él yluego está el trabajo con los compañeros, no hay otra. La tabla de salvación de cualquier actor es su compañero; si tú estás bien, él también lo puede estar, nos ayudamos los unos a los otros. En esta compañía hemos tenido una gran suerte, no es hablar por hablar, a lo mejor de aquí un rato acabaremos fatal, pero el ambiente es fenomenal.
Elena Rivera: Sí, eso ha sido clave, los procesos de ensayo son así, hay que sientes que estás avanzando y otros en los que crees que has dado tres pasos para atrás. Por tanto, para mí ha sido primordial tener esta afinidad entre todos, Itzan y yo hemos estado ahí, mano a mano, y gracias a eso también salen cosas muy bonitas en la función, de volcarte ahí, de estar a pico y pala, incluso de obsesión, intentar dejarte la piel y no relajarte, estar continuamente hablando mucho para afinarlo.
Ahora que ya tenéis muy empapado el texto, ¿qué reflexión os deja? ¿Podemos dar respuesta a la pregunta de dónde viene el amor?
Alicia Borrachero: Humildemente y afortunadamente, no. Si hubiera respuesta, se perdería la gracia y el misterio.
Fran Perea: Sí, por eso la autora hace un drama porque, de momento no es posible.
Sobre la duda de si el sentimiento surge a partir de un antidepresivo, ¿se puede creer en ello?
Alicia Borrachero: No, creo que la obra tampoco lo plantea así, lo digo porque puede dar lugar a equívoco. Una cosa es que ellos estén en un ensayo sobre un antidepresivo y surja un aparente enamoramiento y se discuta su origen, sobre si la medicación les puede estar llevando a ello, y otra cosa bien distinta es que se pueda deducir que una pastilla pueda ser la razón. La autora tiene un enfoque más sutil, no pone el foco en si podemos provocar el enamoramiento, pero sí en si nos podemos echar una mano. Los antidepresivos no suponen la felicidad, eso hay que dejarlo muy claro, sería muy peligroso.
Fran Perea: La medicina moderna se ha encargado de alargar nuestra esperanza de vida sin responsabilizarse de que tengamos que aguantar más tiempo casados. Un poco de ayuda no vendría mal.
Itzan Escamilla: En el caso de la obra es un antidepresivo distinto, ya lo verán los espectadores.
En el texto está muy presente el humor. ¿Ayuda a relajar el drama?Alicia Borrachero: No creo que lo escriba para relajar, Lucy Prebble es una autora valiente, como todos los buenos autores, y el humor no lo utiliza para calmar ni relajar a las bestias. El público es muy inteligente, y el humor de Lucy Prebble que ayuda a contar lo que quiere, dentro de su estilo, ella es muy irónica, se ríe a su manera de los temas que trata, pero en ningún caso lo hace para conseguir nada del público.
¿Qué poso os gustaría que dejara la obra entre los espectadores que vengan a verla?
Fran Perea: Plantea muchas preguntas, no creo que haya una conclusión evidente o una moraleja. En Avilés, que tuvimos la ocasión de hablar con gente del público, había cinco o seis cosas que le venían a los espectadores a la cabeza del tirón sobre lo que había ocurrido. Como el buen teatro, deja varias preguntas en el aire que enriquecen la conversación posterior a la obra. Habla de la vida, del amor, de la salud mental, de nuestra sociedad, que pretende manipular hasta lo más puro.
Alicia Borrachero: También está en la obra esa crítica a que parece que tenemos que ser felices por narices, por qué no pasar por determinadas cosas en la vida. Hay una reflexión sobre qué somos, en el sentido de qué papel juega nuestro cerebro, si es el motor o no. Para mí es una obra impactante que lo que provoca, sobre todo, son preguntas y conversaciones, no hay blancos ni negros. Por eso Lucy lo hace con esa libertad, con ese humor, irreverente en muchas ocasiones, es provocadora.