Personajes

Desirée Ruiz:

“Perder a un ser querido es horrible, pero que desaparezca y no saber de él es mucho peor”

Con la sierra de Albarracín como gran escenario, la autora zaragozana conjuga con gran sensibilidad una tragedia familiar y la esperanza de un nuevo comienzo

Con un telón de fondo que conoce de forma pormenorizada como la sierra de Albarracín, Desirée Ruiz presenta ‘La casa de las amapolas’ (NdeNovela), su nueva novela con claro sello femenino donde la intriga y el misterio se entrelazan para enganchar al lector.

Ahora que tu nuevo libro, ‘La casa de las amapolas’, ya es una realidad, ¿qué sensaciones tienes?
Muy buenas, porque estoy muy contenta con la novela, muy contenta con el resultado, también con la portada, que creo que es preciosa, no sólo es bonita, creo que ha captado la esencia de la historia, es evocadora, bonita, inquietante. Me gustaría que los lectores la disfrutaran y que vieran una historia a la que poder volver y regresar de vez en cuando porque les quedará un poso entre los personajes de la casa y de la sierra de Albarracín también.

Eres natural de Zaragoza, aunque ahora vives en Castellón. La elección de la sierra de Albaracín no parece aleatoria.
No, exactamente. Lo he escogido, en primer lugar, porque me encanta, es un lugar que me gusta muchísimo y, además, voy allí con cierta frecuencia porque tengo muchas amigas en Zaragoza, también en Madrid y yo estoy en Castellón, así que se puede decir que triangulamos para juntarnos en algún lugar bonito, que siempre acaba siendo un emplazamiento de la sierra de Albaracín. Por eso para mí esa zona es importante.

Además de ser el título de la novela, La casa de las amapolas también es un espacio físico. ¿Querías que representase un lugar seguro, de sanación para las protagonistas?
Sí, quería que fuera un lugar donde se refugian fundamentalmente mujeres que hubieran sufrido alguna pérdida, que tuvieran heridas para sanar, pero también quería que fuera un lugar donde se ocultaran secretos, que tuviera algo de misterio. Por todo ello, es un lugar muy bonito, bucólico, muy evocador, pero también hay muchos armarios cerrados, lugares ocultos dentro de la casa para precisamente cobijar esos secretos y crear una sensación de inquietud un tanto opresiva al mismo tiempo que sanadora, es decir, que aglutine una dualidad.

¿Tiene alguna simbología la amapola?
La amapola tiene muchas simbologías en cuanto al recuerdo. Sin embargo, en este caso la elección de la amapola no tuvo tanto que ver con la simbología de la flor, sino con el hecho de que quería que fuera algo relacionado con la flora que crece en la sierra de Albarracín. Hay un momento del año en que se cubre todo de amapolas, me pareció que era muy bonita la imagen y también que quedaba muy bien para el nombre de la casa. Más que el simbolismo en sí mismo, quedaba todo muy cuadrado.

La desaparición de Aurora es lo que activa todo, como por ejemplo a que Flora se refugie en la casa de las amapolas. Mirando las estadísticas, desde 2010 se estima que hay unos 6.000 casos de desapariciones sin resolver. ¿Ha sido alguno de ellos el que ha dado pie a la idea de esta novela?
No había ningún caso en concreto que me llevara a iniciar esta novela con una desaparición, me pareció que era un misterio que se podía mantener muy bien en el tiempo en una casa como esta y que luego fuera también influyendo en generaciones posteriores, pero sí que es cierto que sí me influyó en esta elección el impacto tremendo que percibo que genera una desaparición, porque perder a un ser querido es horrible, pero que desaparezca y no saber qué ha sido de él, no poder cerrar esa etapa, poder procesar el duelo de una manera más normal, me parece mucho peor. Por eso introduje en la trama dos desapariciones.

Los familiares de los desaparecidos se encuentran en una especie de limbo, no pueden hacer elduelo y tienen una herida que nunca llega a cerrarse. Desde el punto de vista literario es muy potente.
Mucho, porque además puedes animar a que el lector haga muchas conjeturas, que piense mucho en lo que puede pasar y que se haga su propia idea para que después sea sorprendido. En estos escenarios se abren muchas posibilidades, gente que puede desaparecer de una manera voluntaria, involuntaria, personas que pueden haber muerto o pueden estar en otro lugar... Como, además, hay dos desapariciones, todavía da más juego para que ese misterio se complique y enganche más al lector.

Sin hacer demasiado ‘spoiler’, hay un momento en el que todo se desencadena y deja al aire los secretos de hace años. ¿Hay una especie de moraleja sobre que no se puede huir del pasado?
No sé si es moraleja, pero sí es verdad que yo creo que el pasado siempre está allí, es decir, no desaparece; entonces, como no desaparece, se queda allí hasta que sale a la luz o sigue ahí, enquistado, y puede ser que también produzca efectos. Creo que es verdad eso que se dice de que el pasado nunca muere, de hecho siempre juego en todas las novelas que escribo con secretos del pasado, los misterios y las intrigas que hay en mis obras tienen que ver con los secretos del pasado y, además, siempre en ámbitos familiares por esta idea de que también van afectando a generaciones futuras.

“En mis novelas juego con las intrigas; creo que el pasado nunca muere”

La llegada de Lisa y Maya es el desencadenante, pero, ¿crees que se hubiese acabado sabiendo la verdad a pesar de que ellas no hubiesen entrado en escena?
No lo sé, pero puede ser que sí. Claro, no podemos decir muchas cosas para no destripar la historia, pero al final la vida va transcurriendo y van sucediendo cosas inevitables que hacen que el momento presente, tal y como lo tenemos establecido, tenga que cambiar.

En la novela hay un ejercicio de jugar entre el pasado y el presente, una especie de rompecabezas. Desde el punto de vista de la creación literaria, ¿cómo ha sido ese trabajo?
A mí me gusta mucho porque es un poco exigente, también lo es para el lector porque tiene que estar pendiente de los dos tiempos, pero me gusta mucho como lector y como escritora, me parece que va dando muchas pistas al mismo tiempo de lo que sucedió en el pasado y que influye en el presente. A la hora de elaborarlo es un poquito más complicado, tienes que tener mucho cuidado de que no se te vayan los tiempos y que todo te cuadre bien, pero es cuestión de hacer un buen cronograma y de repasarlo muchas veces para que todo pueda cuadrar.

Hay otro elemento clave en la novela, los secretos familiares. Sobre ellos en muchas ocasiones se corre un tupido velo y no se habla sobre ellos. ¿Lo consideras un filón interesante para explotarlo a nivel literario?
Sí. Creo que al final esos secretos están allí, en las familias, y tienen mucha influencia también en las relaciones entre sus miembros, algo que ya de por sí puede ser muy complicado, sobre todo cuando los miembros de la familia son muy diferentes entre sí, tiene formas de ser muy distintas y no hay comprensión. Por ejemplo, en el caso de esta novela hay dos personajes, madre e hija, que son muy diferentes entre sí, sienten mucho amor pero no hay comprensión, lo que hace que la relación sea muy compleja y muy complicada. Si a eso se le mete sus secretos, acontecimientos que se han callado, que se han tapado y que pueden dar lugar a equívocos, eso lo complica todavía más. Es potente a la hora de contar una historia así.

Cuando somos hijos no nos sentimos entendidos por los padres y, cuando ejercemos como padres, acabamos cayendo en el mismo error. ¿A qué crees que se debe?
Es verdad, es totalmente cierto, creo que todos los que somos padres, en algún momento, nos hemos visto a nosotros mismos haciendo o diciendo algo a nuestros hijos que es exactamente lo mismo que nos dijeron cuando éramos pequeños. Imagino que tiene que ver con una evolución, vamos madurando, se van viendo las cosas de una manera diferente y, además, el rol que adoptas es otro, el rol de padre o de madre es diferente al de hijo, lo ves desde otro punto de vista, aunque en un momento determinado te hayas planteado hacerlo de otra manera. Al final acabamos cayendo en lo mismo.

Dejando a un lado este libro y mirando a tu trayectoria, se van a cumplir también diez años de la publicación de tu primera novela, ‘Ofelia descalza’. ¿Qué visión tienes de este recorrido?
Estoy muy contenta porque la primera novela fue una novela escrita en un periodo de tiempo muy largo, se nota mucho que era la primera novela, le dedicaba tiempos muy cortos, la retomaba de vez en cuando, era una época de mi vida más complicada, tenía niñas pequeñas. Esa novela fue, en cierto modo, para mí. En las otras novelas no se ha dado, por eso digo que ha habido una evolución. Cuando la publiqué, viendo que la acogida fue estupenda, me animé a seguir escribiendo más, ya las otras novelas han sido escritas de una manera más rápida y más organizada. También ha habido una parte de escribirlas para mí, porque yo disfruto mucho el proceso de escritura, pero también pensando un poco en el lector. Mis lectores de siempre han visto esa evolución, me consta, sobre todo desde la primera o la segunda porque ya en ‘Villa Melania’ me he movido por la misma línea.

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